Al principio, los objetivos eran sencillos y claros: derrotar a Al-Qaeda y evitar que se repitiera el 11-septiembre. Sin embargo, poco después de que Estados Unidos y sus aliados desalojaran del poder a los talibanes, la misión se desvió del rumbo original y los funcionarios estadounidenses perdieron de vista sus objetivos originales. Pero ningún presidente quiso admitir su fracaso en una guerra sin victoria posible.
En abril de 2002, George Bush dijo en un discurso en Virginia que se había marcado una serie de objetivos mucho más ambiciosos para la guerra porque Estados Unidos tenía el deber de ayudar a Afganistán a crear un Estado libre de terrorismo, con un gobierno estable, un nuevo ejército nacional y un sistema educativo que tratara igual a niños y a niñas. «La auténtica paz solo será posible cuando facilitemos al pueblo afgano los medios para cumplir sus propias aspiraciones». Sin embargo, eso no se logró en la administración de Bush, Obama lo sabía y también Trump.
Lo anterior se lee en las casi 500 páginas resultado de la investigación de Craig Whitlock que consta de 2 mil páginas de documentos inéditos con notas, transcripciones y grabaciones pertenecientes a las más de 400 entrevistas con personas directamente implicadas en el desarrollo del conflicto, desde diplomáticos y generales norteamericanos, hasta cooperantes y oficiales del ejército afgano.
MENTIR ACERCA DE LA GUERRA
Los papeles de Afganistán es un relato impactante que cambiará para siempre la forma en que se recuerda el conflicto. Una de las revelaciones es que el Gobierno de Estados Unidos ha gastado desde el año 2001 más de 133 mil millones de dólares en la reconstrucción de Afganistán. Ajustando esta cifra a la inflación, se trata de una inversión superior a la destinada tras la Segunda Guerra Mundial en el Plan Marshall. No obstante, las conversaciones publicadas muestran un fracaso sin paliativos de este proyecto de recomposición del país desde sus comienzos.
Otra de las revelaciones importantes tiene que ver con las relaciones entre el Gobierno estadounidense y los llamados señores de la guerra que evidencian los documentos. Según la investigación a través de la entrega de efectivo y contratos lucrativos, la CIA lograba obtener información y lealtad por parte de gobernadores, parlamentarios e incluso líderes religiosos afganos.
El objetivo de estos movimientos tenía que ver con la búsqueda de una estabilidad dentro de los círculos de poder del país que, sin embargo, no se logró. “Nos asociamos con todos los jugadores equivocados”, confesó un alto diplomático estadounidense a los entrevistadores del gobierno.
Los Papeles de Afganistán revelan información sensible sobre operaciones militares que han destapado los entretelones de una guerra sin sentido, en la que el ejército estadounidense se vio envuelto en un conflicto guerrillero imposible de ganar en un país que no entendían. Así como los Papeles del Pentágono cambiaron la comprensión del público de Vietnam, Los Papeles de Afganistán contienen revelaciones sorprendentes que, en un lenguaj sencillo, admiten que las estrategias del gobierno de Estados Unidos fueron un desastre, que el proyecto de construcción de la nación fue un fracaso colosal y que las drogas y la corrupción obtuvieron un dominio absoluto sobre sus aliados en el gobierno afgano.