Cuando la tecnología permita trabajar a presencias virtuales en cualquier oficina de cualquier parte del mundo, la globótica (la combinación de globalización y robótica) alterará la vida de millones de trabajadores cualificados mucho más deprisa de lo que nos afectaron la automatización, la industrialización o la globalización en épocas precedentes. ¿Qué pueden hacer las personas y los gobiernos para responder a este cambio excepcional? ¿Cómo evitar que en este proceso se debiliten los cimientos mismos de la sociedad?
El autor explica que el teletrabajo, contratando a ingenieros extranjeros (indios, paquistaníes…), contribuyó a reducir los costos salariales y abaratar muchos proyectos empresariales de Occidente. Sin embargo, algunos emprendedores descubrieron que todavía era más barato comprar programas de IA como los teleoperadores virtuales (capaces de atender 20 llamadas a la vez) o máquinas que revisan 500 seguros a la vez. Aunque no son tan buenos como los trabajadores humanos, son muchísimo más baratos.
En ese sentido, la IA pronto desbancará a los teleoperadores (incluso a los deslocalizados), pero también a otras profesiones, y esta vez los perjudicados por las máquinas no serán los agricultores o los obreros de la industria, sino los oficinistas y muchas personas que se suponía estaban a salvo de la automatización porque su trabajo no era físico sino intelectual. Ahora, las máquinas ya pueden pensar.
El autor se inspira en el libro La Gran Transformación, de Karl Polanyi, publicado en 1944 que analiza cómo la sociedad feudal-agraria cambió a causa de la Revolución Industrial y se convirtió en una capitalista-propietarista, lo que duró hasta la crisis de 1929 impulsada por los factores de globalización (barcos de vapor y ventaja comparativa ricardiana) y automatización.
Baldwin dibuja un escenario en el que hay una Segunda Gran Transformación donde la sociedad vuelve a transformarse desde una sociedad industrial a otra de servicios (se entiende que es a partir de 1945 y, con más fuerza, después de 1973, con la llamada sociedad postindustrial de Alan Touraine).
El autor dice que la IA no es ninguna broma, ya que es mucho más veloz y eficiente que no uno sino 20 trabajadores o más (puede atender varias tareas a la vez) y, peor aún, su crecimiento es exponencial. Sin embargo, aunque la convulsión es ya inevitable, existen estrategias para adaptarnos a este mundo nuevo, y estas se basan en las destrezas humanas que ninguna máquina puede replicar: la creatividad y el pensamiento independiente.
La convulsión globótica nos ayuda a prepararnos para la inminente oleada de los robots avanzados en el mercado laboral. Larry Summers, catedrático de Harvard University, ex rector de esta universidad, ex economista jefe del Banco Mundial y director del National Economic Council del presidente Obama considera que este es “el mejor libro hasta la fecha sobre la nueva era económica”.