En este libro cuyo título completo es El viejo malestar del Nuevo Mundo. Ensayo sobre las emociones tristes de América Latina, sus desafueros y sus pesares, Mauricio García Villegas analiza el papel que el miedo, el dolor y el odio han ejercido en los asuntos sociales y políticos de América Latina.
Sobre el miedo, que ha sido persistente en América Latina, el autor dice que empezó cuando llegaron los conquistadores que sembraron el miedo y pavor con sus armas, con las enfermedades producidas por los virus que eran desconocidos en América. A partir de ahí, el miedo nunca nos ha abandonado. «En América Latina los partidos tienen sus ideologías, pero sobre todo tienen mucho miedo los unos de los otros», dice el autor.
De la religión señala que fue un gran elemento difusor de miedo durante la época colonial, con el miedo al infierno, al demonio que rondaba, según decían, por todas partes. La idea de que las catástrofes naturales eran castigos divinos. Después, a inicios del Siglo XIX, con repúblicas muy inciertas, incapaces de proveer seguridad en los campos, aparecieron los caudillos que sembraron el terror en los campos. «Y cuando pasaron de ser bandoleros a presidentes, el Siglo XIX estuvo plagado de guerras civiles… Los caudillos son los precursores del populismo que todavía existe en la región».
También en el Siglo XIX, los conservadores vivían muertos de miedo de que los liberales acabaran con los cimientos de la sociedad, con el catolicismo, con las buenas costumbres, con los que ellos creían que eran los buenos valores. Y los liberales vivían muertos de miedo de los conservadores, que impidieran que la sociedad progresara, que saliera del oscurantismo medieval de la Colonia, que impidiera el progreso, la igualdad.
Luego, siguiendo con la evolución cronológica, el autor escribe que en el Siglo XX irrumpieron los regímenes militares, también los caudillos y los movimientos revolucionarios. Todo ese devenir histórico ha sido causa de mucho miedo. La izquierda y la derecha están llenas de miedos recíprocos.
Ante ese miedo y otras emociones, Mauricio García Villegas señala que «en América Latina tenemos que crear tres antídotos para enfrentar las emociones tristes. Uno: sociedades más igualitarias, menos desgarradas por las diferencias entre clases sociales, lo cual nos permitiría luchar contra la desconfianza, el resentimiento y la envidia que suele brotar en sociedades injustas y con autoridades poco legítimas.
«Dos: Estados capaces de pacificar las sociedades, con reglas claras y efectivas que disuadan a la población de hacer trampas, violar la ley o aprovecharse impunemente de los recursos públicos o de sus congéneres, todo eso para desterrar los miedos, los odios y las venganzas que se desatan en sociedades con instituciones débiles.
«Y tres: una cultura contra el dogmatismo y la intolerancia, basada en la educación, y sobre todo en la educación sentimental, para luchar contra el delirio político y sus dogmatismos. A estas tres cosas añadiría el fortalecimiento de las instituciones regionales y de la cooperación entre los países».
Pero, hay una advertencia: Detrás de las ideologías hay muchos miedos que ayudan a entender mejor los fenómenos de América Latina.
Para Mauricio García Villegas en todas las sociedades, como en las personas, existe una tensión entre lo que Baruch Spinoza denominaba las «emociones tristes» y las emociones amables o plácidas y cada país tiende hacia un polo u otro, y esto define su identidad cultural. «Algunas naciones se han inclinado demasiado hacia los sentimientos malsanos, sobre todo en el ámbito de la política».