Venezuela, ¿al borde del abismo?

Los resultados de las elecciones del 28 de julio vuelven a poner a Venezuela en la mira de todo el mundo por razones políticas, económicas y, sobre todo, humanitarias afectadas desde el inicio de este siglo por el régimen Hugo Chávez y luego de Nicolás Maduro que, según los resultados oficiales, resultó electo para otro periodo presidencial (2025 a 2031); resultados que gran parte del continente americano cuestiona y plantean una crisis y aislamiento de la República Bolivariana.
Por Adriana Reyes
Seis horas después del cierre de la votación, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela anunció que Nicolás Maduro había sido reelegido para un tercer mandato con el 51% de los votos frente al candidato opositor, Edmundo González Urrutia, quien obtuvo el 44%. La líder opositora María Corina Machado rechazó estas cifras y aseguró que las actas daban números favorables a González.

Con estas declaraciones inició una etapa en la que no solo los actores internos están participando, también los externos, ya sea de forma individual, por país o por bloque.

DOS BANDOS
Tras el anuncio de los resultados de los comicios Rusia y China dieron su apoyo a Maduro. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, lo felicitó por su victoria, así como Miguel Díaz-Canel Bermúdez de Cuba.

Estados Unidos expresaba su preocupación, en tanto que Brasil, Colombia y Chile exigieron un recuento exhaustivo de la votación y los gobiernos de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay anunciaban que solicitarían una reunión urgente del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para analizar los resultados de las elecciones y emitir una resolución que salvaguarde la voluntad popular.

Cabe recordar que desde que comenzó la crisis política y humanitaria en Venezuela, la OEA ha emitido numerosas resoluciones y declaraciones condenatorias, pero su capacidad de influir efectivamente en los acontecimientos ha sido muy limitada.

En 2017, la OEA votó para no reconocer la Asamblea Constituyente de Venezuela, una medida simbólica que subrayó su rechazo al régimen de Maduro. En consecuencia, Venezuela decidió retirarse de la organización que convocó a una reunión el 31 de julio para tomar acciones contundentes a la que no asistió el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al manifestar la «parcialidad» por parte de la organización.

Con el paso de los días la preocupación de Estados Unidos se convirtió en un reconocimiento público. En un comunicado, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, afirmó que dada la abundante evidencia, “es claro para Estados Unidos y, más importante, para el pueblo venezolano, que Edmundo González obtuvo la mayoría de los votos en las elecciones presidenciales del 28 de julio”.

También con el tiempo transcurrido México, junto con Brasil y Colombia publicaron una declaración instando al Consejo Nacional Electoral de Venezuela a publicar con prontitud las actas de escrutinio para despejar cualquier duda de los resultados que dieron como oficiales. Es importante mencionar que estos tres países son de los principales aliados de Venezuela en la región.

VENEZOLANOS A LA CALLE
Luego de que Nicolás Maduro se proclamó vencedor, cientos de venezolanos salieron a las calles indignados por los resultados de las elecciones. Los grupos progubernamentales respondieron con diversas acciones para dispersar las protestas en algunas zonas. Al cierre de julio al menos una decena de personas habían muerto en los disturbios.

Después de estas manifestaciones, el ministro de defensa apareció para dejar claro cómo veían las fuerzas armadas las protestas: “Es algo verdaderamente absurdo, es algo completamente improbable”, dijo Vladimir Padrino López que ha estado al mando de las fuerzas armadas del país durante casi una década. Los disturbios “son una contradicción fomentada por la extrema derecha”, enfatizó.

Las declaraciones las hizo el martes 30 de julio flanqueado de miembros del alto mando militar que siempre ha estado del lado de Maduro reprimiendo protestas como las de 2014 y 2017, también por cuestiones electorales.

A cambio de su lealtad, Maduro ha recompensado a las fuerzas armadas con el control de puertos, concesiones petroleras y proyectos mineros, también con puestos en el gabinete siguiendo los pasos de Hugo Chávez.

UN TERCER MANDATO CON MÁS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS
Las promesas de Maduro, expresadas en el Acuerdo de Barbados para trabajar en favor de comicios libres, transparentes y justos, así como revisar la inhabilitación de los líderes opositores más populares, le valieron gran alivio de parte del gobierno de Joe Biden sobre sus sectores petrolero, gasífero y minero, pero estas duraron poco ya que Maduro violó su promesa de trabajar con la oposición e intensificó la represión contra sus opositores.

Es más, al inicio de agosto Nicolás Maduro continuó con sus ataques a la oposición y manifestó querer ver a María Corina Machado y a Edmundo González “tras las rejas” por “criminales”.

Ante los resultados del 28 de julio, Estados Unidos ha recurrido una vez más a las sanciones económicas como medida de presión contra el Gobierno de Nicolás Maduro al reactivar las restricciones al sector energético suspendidas hace seis meses.

Venezuela es considerado el país con las mayores reservas probadas de crudo del mundo. Actualmente, la producción ronda los 900 mil barriles diarios menos de un tercio de los barriles que producía en 1998 cuando fue elegido Hugo Chávez.

El resultado de las elecciones trae incertidumbre sobre el futuro de la producción petrolera venezolana y la compañía estatal PDVSA por las sanciones de Estados Unidos que podrían intensificarse, lo que implicaría que millones de dólares dejarán de fluir y se afecte el tipo de cambio de 37 bolívares por dólar, lo que llevaría a otro episodio hiperinflacionario que impactaría en el salario y poder adquisitivo de los venezolanos.

En abril de este año en PNUD pronosticó que la economía venezolana crecería más del 4% con una inflación del 50%, pero de abril a la fecha, el entorno ha cambiado.

¿SE QUEDA SOLA?
Lo que viene para Venezuela es mantener bajo control la inflación, frenar la devaluación de la moneda, sacar la producción petrolera del estancamiento y rescatar la confianza de los inversionistas locales y extranjeros y, obviamente, generar un clima favorable político y social, tareas ambiciosas y, por lo tanto, no fáciles de alcanzar en el actual contexto, en el que, según varios centros de estudios venezolanos podría darse otra ola migratoria.

La Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela tienen estimaciones de que entre un 8 y 10% de los venezolanos (el equivalente a unos 2 millones de personas) podrían abandonar el país en los próximos meses, los que se sumarían a los casi 8 millones que ya se fueron en los últimos años, según cifras de la ACNUR. Datos de Statista indican que a noviembre de 2023, alrededor de 1.5 millones de migrantes y refugiados venezolanos se encuentran en Perú. Colombia lidera el ranking con el mayor número de inmigrantes procedentes de Venezuela.

LO QUE NO FUE Y LO SIGUE
Muchos factores se han juntado para escribir el siguiente capítulo de la historia reciente de Venezuela que inició cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia en 1999 por una votación democrática, impulsado por una ola de descontento para fundar lo que él llamó la revolución socialista del país, que no fue lo que prometió.

NOTA: Este artículo fue escrito el viernes 2 de agosto de 2024.
*Editora News IMEF
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