Agosto inició con una plétora de eventos y cifras económicas que detonaron un sentimiento de aversión al riesgo en los mercados. En primer lugar, el Tesoro de Estados Unidos incrementó su emisión de deuda para el 3T23 a US$ 1 billón, por arriba de lo esperado, con el objetivo de hacer frente a las necesidades de endeudamiento proyectadas a mediano y largo plazo. Además, señaló que es probable que se requieran más aumentos graduales en los siguientes trimestres. Esto detonó fuertes pérdidas en los Treasuries de mayor plazo que contagiaron a los bonos soberanos de otras regiones. Los rendimientos de las notas de 10 y 30 años alcanzaron máximos en el año de 4.18% y 4.30%, respectivamente, llevando a la curva a su punto menos invertido en los últimos dos meses.
En segundo lugar, Fitch Ratings recortó la calificación de la deuda soberana de Estados Unidos de ‘AAA’ a ‘AA+’. La firma señaló que la calificación refleja un deterioro fiscal en los próximos tres años, una carga de deuda elevada y creciente, y la erosión en la gobernanza en relación con sus homólogos con calificación ‘AA’ y ‘AAA’ durante las últimas dos décadas.
De acuerdo con las cifras más recientes del FMI, la deuda como porcentaje del PIB en Estados Unidos es de 115.28. Esta cifra está muy por arriba de países con calificación ‘AAA’ como Alemania (46.27), Suecia (39.31) y Suiza (13.82) y de otros con calificación ‘AA+’ como Canadá (55.55).
A pesar de una menor calificación crediticia, el fuerte apetito por activos refugio llevaron al dólar a máximos de un mes. Incluso los especuladores redujeron sus posiciones netas cortas por primera vez tras apostar con mayor fuerza por una menor fortaleza a finales de julio. Vale la pena señalar que, a pesar de observar volatilidad en los mercados, la reacción fue mucho más contenida comparada con la misma acción de S&P Global Ratings en agosto de 2011 que provocó un repunte en los índices VIX y MOVE a máximos de dicho año y mayores caídas en las bolsas.
En tercer lugar, los bancos centrales de economías emergentes iniciaron el ciclo de recortes a las tasas de interés. Sin embargo, el ritmo fue mucho más acelerado de lo que se anticipaba. Chile inauguró con una baja de 100pb vs. un esperado de 75pb, mientras que Brasil recortó 50pb vs 25pb. Bajo esta narrativa, las divisas emergentes, sobre todo las de Latinoamérica se debilitaron. El real brasileño y el peso chileno pierden 3.4% y 0.9% en lo que va del mes. El peso mexicano se depreció hasta niveles de 17.40 por dólar, aunque logró diluir parte de las pérdidas, estabilizándose alrededor del psicológico de 17.00 (-2.2%).
En cuarto lugar, los precios del petróleo han incrementado a un ritmo acelerado. El escalamiento de las tensiones entre Rusia y Ucrania obstaculizaron el flujo de suministros a través del Mar Negro. Además, Arabia Saudita extendió su recorte de 1 millón de barriles diarios hasta septiembre, dejando la puerta abierta para mantener una baja oferta o incluso disminuirla. Con ello, el Brent y el WTI repuntaron a máximos intradía de nueve meses de 84.6 y 87.6 US$/bbl, respectivamente, a pesar de la fallida recuperación económica de China.
Finalmente, se reavivaron las preocupaciones por el sector financiero después de que Moody’s recortó la calificación de 10 bancos en EE. UU. ante mayores costos de fondeo, una posible debilidad en el capital regulatorio y su exposición al mercado inmobiliario comercial. Además, la calificadora tiene en perspectiva negativa a otros bancos más relevantes.