El tipo de cambio bajó un poco con ese anuncio, a 18.40 pesos por dólar y luego a 18.25 pesos, después del anuncio de seis integrantes del gabinete, en los que destacan Marcelo Ebrard para la Secretaría de Economía y Juan Ramón de la Fuente para la Secretaría de Relaciones Exteriores. A Ebrard le tocará la revisión del TMEC en 2026, lo que supone un riesgo para México en materia comercial. También deberá trabajar para aprovechar la oportunidad del nearshoring e incentivar la llegada de nueva inversión extranjera directa a México, tarea que debería llevar a cabo junto con el Secretario de Relaciones Exteriores.
A pesar del optimismo, que podría ser temporal, el peso sigue mostrando una depreciación de 7.35% o 1 peso y 25 centavos y se ubica en junio como la segunda divisa más depreciada frente al dólar, después del peso colombiano que en el mes acumula una depreciación de 7.85%. Esto se debe a que no han desaparecido los riesgos de las reformas y del alto déficit fiscal.
El mercado financiero tomó bien el anuncio de Claudia Sheinbaum de que el déficit bajará a 3.5%, pero esta nueva proyección lo ubica por encima del 3% establecido en los Pre-Criterios para 2025 de la Secretaría de Hacienda. Además, no se detalló si lo que bajará a 3.5% del PIB es el déficit presupuestario o el Requerimiento Financiero del Sector Público, que es la medida más amplia del déficit. Si se trata del primero, entonces el Requerimiento Financiero del Sector Público se ubicaría cerca del 4% del PIB, un número que ya no es tan positivo y que podría llevar a recortes en la calificación crediticia de la deuda soberana de México.
Un déficit lleva a endeudamiento, pues no hay otra forma de cubrir el hueco entre los gastos y los ingresos y las finanzas públicas no son distintas de las finanzas personales: uno puede endeudarse, pero hasta cierto punto. Con las personas, el endeudamiento se mide con relación al ingreso, mientras que, con los países la deuda se mide con relación al PIB.
Cabe recordar que para 2024 se proyecta un déficit presupuestario del 5.0% del PIB y con los Requerimientos Financieros del Sector Público (la medida más amplia de déficit) de 5.9% del PIB, el más alto desde 1988. Los altos déficit generan presiones inflacionarias, presión al alza sobre la tasa de interés por el mayor premio por riesgo que debe pagar el gobierno en el rendimiento que ofrecen sus bonos y volatilidad en el mercado financiero.
Los déficits generan en el corto plazo un mayor crecimiento económico, por el crecimiento del gasto, pero terminan dañando a la economía. Para hacer un paralelismo con finanzas personales imagine primero la diversión en una fiesta y después el desastre que queda si no hubo orden. Así, a la administración de Claudia Sheinbaum le tocará hacer una consolidación fiscal, para regresar a la senda de las “finanzas públicas sanas” y lo pongo entre comillas pues también habría que arreglar mucho en la estructura del gasto público, empezando por los apoyos a Pemex.
Con el déficit del 2024, la SHCP proyecta que la razón de deuda sobre PIB cerrará este año en 50.2%. Además, Hacienda estima un crecimiento del PIB superior al 2%, por lo que el endeudamiento podría ser mayor. Esto pone en riesgo la calificación crediticia de la deuda soberana de México, la cual con Fitch se ubica a solo un escalón de perder el grado de inversión y con Moody’s y Standard and Poor´s a dos escalones.
Se ha dicho que en 2025 ya no estará el gasto público de las grandes obras de infraestructura de esta administración y que con eso se logrará la disminución del déficit al nivel deseado. Sin embargo, en 2024 el gasto presupuestado para las obras de infraestructura insignia asciende a 222,668 millones de pesos, mientras que el déficit presupuestario es de 1,700,217 millones de pesos, por lo que al eliminar el gasto en las obras insignia, el déficit disminuiría a 1,477,549 millones de pesos que, manteniendo lo demás constante, implicaría un déficit de 4.3% del PIB. Esto significa, que la SHCP deberá recortar el gasto en otros rubros o recaudar más, pero esto último se dificultará con la desaceleración económica.
En el primer trimestre del año, el PIB creció 1.9% y, de acuerdo a los datos conocidos hasta ahora, se estima que en el segundo trimestre podría haber crecido 1.7%. Esto implica un crecimiento de 1.8% en el primer semestre. En México, en año de elecciones el crecimiento de la economía se concentra en el primer semestre. Por lo anterior, es altamente probable que en todo el año el crecimiento sea menor al 1.8%. Entre todos los años de elecciones de los que se tiene registro, solo en 1988 la economía creció más en el segundo semestre. De igual forma, los primeros años de administración se caracterizan por enfrentar un menor crecimiento económico.
Con el estimado del 2024, este sexenio se perfila para cerrar con un crecimiento económico acumulado de 5.2%, que sería el menor desde el sexenio de Miguel de la Madrid. De igual forma, el endeudamiento en 50.2% del PIB, también es el mayor desde el sexenio de Miguel de la Madrid.