Antes de las elecciones del pasado 2 de junio las redes sociales se convirtieron en un espacio para expresar frustraciones sobre inseguridad, salud y educación, exacerbadas tras la pandemia y por temas como falta de medicinas. Los algoritmos propios de las plataformas sesgaron a los internautas generando falsas expectativas y/o realidades alternas de lo que cada uno y su entorno querían ver.
Durante 6 años el Presidente Andrés Manuel López Obrador dominó la narrativa en redes sociales desde las mañaneras, retomadas principalmente por los medios, pero en el último año, los ciudadanos tomaron la delantera, especialmente a partir de enero de 2024, donde la conversación en redes sociales se centró en la figura presidencial con el hashtag #NarcoPresidente. Esto se combinó con movimientos y movilizaciones ciudadanas conocidas como la marea rosa , reflejando un descontento creciente, desde el #INENoSeToca y que culminó en marchas masivas a lo largo del país.
Sin embargo, aun a pesar de las encuestas, las marchas, el posicionamiento de la oposición en redes y la supuesta participación masiva en urnas, tanto nacionales como internacionales, el resultado fue inesperado.
Las elecciones marcadas por patrones atípicos, combinados con una sociedad profundamente dividida y los algoritmos de las redes sociales, no permitieron predecir adecuadamente los resultados. Al momento del conteo rápido se sumaron denuncias, descontentos y hasta un presunto fraude electoral; pero en realidad lo que se demostró es que, el electorado votó en su mayoría por el corto plazo. Corto plazo de los que reciben programas sociales. Corto plazo de los que trabajan por y para el gobierno actual. Corto plazo para los diferentes candidatos que se fueron sumando a Morena y querían salir en la película y corto plazo para todos aquellos que le dieron el beneficio de la duda a la continuidad.
El peor escenario posible se dio. Un Presidente sin contrapesos, con la posibilidad de controlar la Corte, eliminar los organismos autónomos, capaz de cambiar la Constitución y, a la larga, socavar la democracia.
A pesar de las encuestas, las marchas, el posicionamiento de la oposición en redes y la supuesta participación masiva en urnas, tanto nacionales como internacionales, el resultado fue inesperado.
Las elecciones marcadas por patrones atípicos, combinados con una sociedad profundamente dividida y los algoritmos de las redes sociales, no permitieron predecir adecuadamente los resultados.
Parte de la ciudadanía se siente indefensa ante el resultado electoral y, aunque avalado internacionalmente, no es aceptado por millones de mexicanos, que sienten haber sido, en cierta forma, “robados”.
Ante este panorama de incertidumbre la pregunta que se hacen muchos mexicanos es ¿qué hacer ahora?
Por un lado, sí existen contrapesos: los mercados nacionales e internacionales que reaccionaron de manera nerviosa, entre otras cosas con alzas del dólar y caídas de la bolsa, y las redes sociales que, si bien, no ganaron la elección porque no votan, sí pueden presionar a los diversos actores políticos, económicos y sociales y, como lo vimos con la marea rosa, hasta movilizar gente. No debemos olvidar que el Presidente llegó por las benditas redes sociales tras 18 años de estar en campaña permanente.
Por otro lado, los ciudadanos con voto libre debemos ser impecables con nuestros actos, ser generosos y éticos, lo que nos hará invulnerables. Debemos ser más incluyentes y tender puentes entre la sociedad.
Como líderes de las organizaciones, debemos dar tranquilidad a nuestros colaboradores y círculos cercanos, proporcionando certeza, evitando fomentar el odio y la división.
Adicionalmente, en tiempos de crisis, hay enormes oportunidades para empresas que pueden ser altamente rentables y donde los empresarios, y de paso los financieros, son expertos en gestionar la incertidumbre y crisis.
Aunque los resultados no dependan de nosotros, sí visualizamos el panorama, tenemos claro el sentido, principios y creencias firmes, porque afuera va pasando un huracán y actuamos siendo congruentes a pesar del miedo; así cosecharemos buenos resultados.
Como leí por ahí: si no puedes hacer cosas grandes, haz cosas pequeñas que parezcan grandes, México lo merece.