El peso mexicano ha sobresalido entre las divisas emergentes y desarrolladas ante su extraordinario desempeño a lo largo de 2023, extendiendo las ganancias del año previo. Vale la pena recordar que en 2022 el peso fue de las pocas monedas que registró un rendimiento positivo (+5.3%) junto al real brasileño (+5.6%) y el sol peruano (+5.2%). Existen varios factores que impactan directa e indirectamente en el desempeño de la divisa; sin embargo, el nivel de las tasas de interés juega un papel fundamental.
El banco central de México inició el ciclo alcista en junio de 2021 para hacer frente a la elevada inflación, partiendo de una tasa de referencia de 4.00%. En los siguientes 21 meses, Banxico reafirmó su objetivo prioritario —procurar la estabilidad del poder adquisitivo—, llevando la tasa a niveles sin precedentes de 11.25% en marzo. Con ello, realizó el mayor ciclo restrictivo en la historia con un ajuste de +725pb.
En la decisión de política monetaria del 18 de mayo, Banxico confirmó el fin de la fase restrictiva al mantener la tasa sin cambios, como era ampliamente esperado. De esta forma se desvinculó del Fed que incrementó el rango de los Fed funds a inicios de mes en 25pb a 5.00%-5.25% por lo que el diferencial de tasas regresó a 600pb desde un previo temporal de 625pb.
Bajo esta coyuntura, el carry —rendimiento que obtiene el inversionista por comprar/vender un activo— del peso mexicano se ubica en niveles atractivos de 7.65% (tasa anualizada calculada con forwards de tres meses), superando a la mayoría de sus pares emergentes como el real brasileño (6.80%), el peso chileno (4.92%) y sol peruano (2.50%), aunque ligeramente por debajo del peso colombiano (8.38%).
Sin embargo, si esta métrica se ajusta por volatilidad, el peso mexicano incrementa aún más su atractivo ya que ha mantenido una dinámica más estable. En particular, la volatilidad implícita de tres meses está contenida en 11.0%, regresando a niveles previos a la quiebra de Silicon Valley Bank cuando alcanzó máximos de 2 años de 15.2%, mientras que sus pares cotizan por arriba de 16% con el peso colombiano en 17.3%.
El peso inició el año en niveles de 19.50 por dólar y ha mantenido una tendencia sostenida de apreciación, excluyendo el corto episodio de estrés durante la crisis bancaria. Desde finales de abril, la divisa cotiza por debajo del psicológico de 18.00, logrando perforar las resistencias clave de 17.90, 17.75 y 17.60. Así, el 15 de mayo alcanzó mínimos intradía de siete años en 17.42 por dólar.
Al momento de escribir este artículo (18 de mayo), el peso cotiza en 17.72 por dólar, permaneciendo como la moneda más fuerte en el grupo de emergentes con una apreciación de 10.0% en lo que va del año. Esta fortaleza también se ha reflejado en el posicionamiento técnico de la divisa, con los especuladores apostando por una mayor apreciación al incrementar las posiciones netas largas a casi US$ 2,000 millones, máximos desde marzo del 2020.
En Banorte esperamos que la divisa mantenga un desempeño defensivo en lo que resta del año, respaldada por la elevada tasa de Banxico, el amplio diferencial vs. el Fed, los sólidos fundamentos macroeconómicos y nuestra perspectiva de crecimiento favorable para Estados Unidos y México que podría reflejarse en mayores flujos por exportaciones, remesas, turismo e inversión, considerando los beneficios del nearshoring. En este sentido, creemos que el peso podría cerrar el año en 18.70 por dólar, con un rango acotado entre 17.50 y 19.00.
El carry del peso mexicano se ubica en niveles atractivos de 7.65% (tasa anualizada calculada con forwards de tres meses), superando a la mayoría de sus pares emergentes como el real brasileño (6.80%), el peso chileno (4.92%) y sol peruano (2.50%), aunque ligeramente por debajo del peso colombiano (8.38%).