PREOCUPACIÓN Y OCUPACIÓN DE LOS BANCOS CENTRALES
Pero la preocupación no sólo está del lado privado, Isabel Schnabel miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, realizó un análisis
El cambio climático y la política monetaria que publicó en la revista
Finanzas y Desarrollo del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que destacó que la probabilidad promedio de incumplimiento de pagos de las carteras crediticias del 10% de los bancos de la zona del euro más vulnerables a los riesgos climáticos podría aumentar de forma importante: hasta el 30% de 2021 a 2050.
Ante esa situación hace eco de un estudio del FMI de 2020 (
“Mitigación del cambio climático: Estrategias que favorecen el crecimiento y la distribución del ingreso” ) en el que se expone que ahora es el momento de llevar a cabo medidas ambiciosas y generalizadas para garantizar una transición ordenada y mitigar los efectos del cambio climático. En esta tarea el papel de los bancos centrales es prioritario por tres razones de peso que coinciden en evitar:
1. La probabilidad de que el cambio climático afecte a su capacidad de cumplir con sus mandatos, uno de ellos es la estabilidad de precios que comparten la mayoría de los bancos centrales.
2. Disminuir el espacio para la política monetaria convencional al bajar la tasa de interés real de equilibrio, que mantiene en equilibrio los ahorros y la inversión.
3. Un impacto directo sobre la dinámica de la inflación.
De acuerdo con la Agenda Política Mundial 2023 del FMI, las medidas que tomen los bancos centrales son clave para salvaguardar la estabilidad económica en momentos de incertidumbre, por lo que deben actuar con claridad, ya que, como indica la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) el mundo no puede permitirse la inacción ante, por ejemplo, la superposición de la deuda pública y el cambio climático.
UN CÍRCULO VICIOSO PARA POBRES Y RICOS
Sobre la deuda pública y el cambio climático, en el informe
Hacer frente a la deuda y los desafíos climáticos en tándem: Una agenda de políticas, la UNCTAD advierte contra «un círculo vicioso de vulnerabilidades perpetuas y estancamiento económico» en las economías endeudadas en la primera línea del cambio climático.
En la actualidad, 29 de los 69 países más pobres que pueden optar a financiación en condiciones favorables en el marco del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza (FFCLP) del FMI se encuentran en la intersección de una elevada deuda y vulnerabilidades climáticas.
El informe pone de relieve los retos que afrontan las economías en desarrollo y que se refuerzan mutuamente, como las crecientes necesidades de inversión para la acción climática, la insostenible deuda pública y la consiguiente falta de inversión, porque mientras que las perturbaciones relacionadas con el clima, como sequías e inundaciones, se hacen más frecuentes y brutales, la capacidad de los países en desarrollo para hacerles frente se ve muy mermada por la creciente carga de la deuda y el limitado espacio fiscal.
Las ciudades de los países de ingreso bajo y mediano bajo son las más expuestas a los peligros relacionados con el cambio climático que se anticipan, dice la UNCTAD y agrega que la exposición proyectada para 2030-2040 en estas ciudades —que se basa en un índice compuesto que combina proyecciones de seis peligros clave: inundaciones, estrés térmico, ciclones tropicales, aumento del nivel del mar, estrés hídrico e incendios forestales— es considerablemente mayor que la proyectada para el mismo período en las ciudades de los países con ingresos más altos.
TENEMOS QUE ACTUAR
La amenaza que presenta el cambio climático implica un trabajo conjunto para contribuir a la lucha contra el calentamiento global. Las consecuencias se debaten prácticamente todos los días y, prácticamente, todos los días hay noticias sobre los indicadores y los hechos respecto a los efectos de un clima adverso.
En México, los efectos del cambio climático ya son tangibles. En los últimos 50 años, las temperaturas promedio en el país han aumentado aproximadamente 0.85°C por arriba de la normal climatológica, lo que corresponde con el incremento global reportado por el IPCC y se estima que el aumento de la temperatura promedio en 1° C podría reducir el crecimiento del PIB per cápita nacional entre 0.77% y 1.76%.
El
Sistema de información sobre el cambio climático de México informa que de 1999 a 2017, el 91% de los recursos de declaratoria de desastre en México fueron destinado a eventos climáticos. Durante este periodo, por cada desastre geológico, como los sismos, hubo una ocurrencia de 13 desastres relacionados con el clima y su costo fue 10 veces mayor.
En cuanto a la agricultura, como resultado de los cambios tanto en temperatura como en precipitación, se prevé un bajo rendimiento en cultivos como maíz, caña de azúcar, sorgo, trigo, arroz, soya (5-20% próximas décadas y 80% para finales de siglo). A finales del siglo, estados como Jalisco, Estado de México, Nayarit, Morelos, Michoacán, Guerrero y Colima podrían perder entre 30 y 40% de sus rendimientos de producción de maíz de temporal.
Es un hecho, los shocks climáticos golpean. Un cambio climático no mitigado amenaza con tener efectos desastrosos tanto para el crecimiento económico como para la desigualdad.