Se conjugan la consolidación de Morena como principal fuerza política; la continuidad del proyecto iniciado por López Obrador; la primera presidenta en la historia del país; un clima de polarización política entre partidos y en cierta medida, también entre el gobierno y el sector privado.
También coinciden el regreso de Trump en EE. UU. y un clima internacional de conflictos bélicos, junto al advenimiento de liderazgos cada vez más autoritarios en diferentes partes del mundo, generando grietas en valores e instituciones democráticas que se creían sólidas.
Tomando en cuenta esta realidad, proponemos 5 claves para nutrir la visión del próximo año, reconociendo que las circunstancias e imponderables harán su aparición:
1. LA PRESIDENTA SHEINBAUM DEFINIRÁ SI GOBIERNA DESDE UNA LÓGICA DE SÚPER MAYORÍA, O DE TENDENCIA AUTORITARIA
La victoria de la presidenta Sheinbaum fue contundente, además de que Morena y aliados alcanzaron la mayoría calificada en ambas cámaras (no exentos de polémica).
Es un hecho evidente el apoyo popular con el que cerró López Obrador su sexenio y que se reflejó en los resultados electorales.
Tener mayorías, e incluso súper mayorías, es un escenario de la democracia, es cierto, pero el enfoque y estilo de gobierno que la presidenta imprima a sus decisiones hará mucha diferencia.
Estos primeros meses no han mandado buenas señales, pues decisiones de altísima relevancia, como la reforma del Poder Judicial y la extinción de los organismos autónomos, se han dado prácticamente sin espacio al debate público.
2. LA OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA TENDRÁ QUE TRASCENDER A LOS PARTIDOS
A través de la habilidad del ex presidente López Obrador, Morena dominó por completo el framing o encuadre de la conversación pública en México: “4T”, “liberales vs. conservadores»,»aspiracionistas «,»pueblo bueno”, “primero los pobres”, se convirtieron en conceptos casi omnipresentes, usados incluso para criticar al oficialismo.
Lo que significa Morena, guste o no, tiene consistencia –sobre simplificando la realidad, por supuesto–, mientras que la oposición no ha podido construir un proyecto convincente, un relato que emocione ni los liderazgos para impulsarlo, comenzando con el hecho de que la “alianza” conformada por el PRI, PAN y PRD tiene poco que la articule más allá de su propia supervivencia política y estar en contra de Morena.
Ante una oposición partidaria desarticulada y poco convincente, la oposición tendrá que generarse desde otros ámbitos: la iniciativa privada; grupos organizados como mujeres, estudiantes y defensores de derechos humanos y gobiernos locales.
Ante el desgaste de los partidos tradicionales, no debe descartarse el surgimiento de organizaciones políticas alternativas, el reto será articular algo de alcance y atractivo nacional que convoque e integre, en lugar de polarizar y excluir.
3. CREAR ESPACIOS DE DIÁLOGO Y COLABORACIÓN INTERSECTORIAL
El sexenio apenas comienza, y el país enfrenta retos mayúsculos: la continua crisis de violencia, la creciente militarización, el alto grado de pobreza, la baja de movilidad social y la violencia contra las mujeres, por mencionar algunos.
Ninguno de estos grandes retos será más fácil de resolver desde la división. La economista Mariana Mazzucato en su libro Mission Economy recomienda justamente lo contrario: los países y sociedades deben asumir grandes misiones desde una lógica colaborativa, entendiendo que la creación de valor público beneficia a todos los sectores.
Por ejemplo, si se crearan condiciones de paz no solo se reduciría la violencia, mejoraría nuestro derecho al libre tránsito, se crearía un mejor clima de negocios, se fomentarían inversiones y se reduciría la exposición de los jóvenes a la violencia, entre muchos otros beneficios.
Mazzucato recomienda un enfoque clave para que esto suceda: asumir que es posible dar dirección a la economía, pues esta es el resultado de decisiones públicas, privadas y financieras. En este sentido, hay un cambio de paradigma: colaborar para crear y modificar los mercados, no para corregirlos.
La colaboración en las grandes misiones de creación de valor público tiene además un componente clave: implican estar detonando innovaciones, es decir, co-creando soluciones a los grandes problemas. No es fácil, pero es posible propiciarla.
4. GESTIONAR E INFLUIR LAS EXTERNALIDADES: DE TRUMP AL CAMBIO CLIMÁTICO
Con López Obrador, México tuvo un cierto aislacionismo, pues el ex presidente siempre encontró poco valor en mirar hacia afuera y a vincular a México con el mundo, lo que probablemente significó la pérdida de importantes oportunidades.
La presidenta Sheinbaum dio la primera señal de cambio al asistir a su primera cumbre del G-20, sosteniendo reuniones con los mandatarios de Estados Unidos, Canadá, China, Colombia, Vietnam y Francia.
México tiene que ser estratégico en sus relaciones exteriores, pues se avecina la renegociación del T-MEC junto a una nueva administración de Trump, que –a su estilo– ya comenzó con amenazas de aranceles.
Este escenario también implica una posible escalada de la guerra comercial de EE. UU. con China y, por ende, puede tener impacto sobre la dinámica de nearshoring, que ha estado beneficiando la atracción de inversiones y oportunidades para México.
A esto se sumará la entrada en operación del corredor transístmico durante este sexenio, que pretende captar parte del comercio que utiliza el canal de Panamá para conectar las mercancías que se mueven entre los océanos Pacífico y Atlántico.
Por supuesto el tema migratorio y del narcotráfico serán otras tensiones constantes en la agenda bilateral con EE. UU.
Otra de las externalidades clave a gestionar será el cambio climático. El país ha vivido fuertes sequías y crisis de abasto de agua en unas zonas, y destrucción en otras a causa de huracanes. Los fenómenos destructivos del cambio climático son cada vez más frecuentes en el mundo, desde los incendios en California, hasta la inundación recién ocurrida en Valencia.
Como una científica especializada en sostenibilidad, se espera de la Presidenta Sheinbaum un cambio de enfoque radical en la materia, pues López Obrador solía minimizar la evidencia y desapareció el FONDEN.
5. CREAR UNA AGENDA DE FUTURO
La administración del presidente López Obrador apostó por los combustibles fósiles, realizando inversiones gigantescas como la Refinería Dos Bocas. Esta visión ni siquiera estaba conectada a una lógica de utilizar los combustibles fósiles como una palanca para una eventual transición energética.
Por otro lado, México redujo su presupuesto, de por sí bajo, para la investigación y desarrollo, que tuvo una lamentable expresión en la gestión del CONACYT.
Con la presidenta Sheinbaum debería darse –al menos en vocación, habrá que ver si en voluntad política– un cambio radical, pues su perfil de científica y especialista en sostenibilidad invitaría a repensar la política nacional tanto en materia de energía como en ciencia y tecnología.
Esto debería significar un área de oportunidad para pensar en una transición energética a gran escala, con las inversiones, emprendimientos y trabajos verdes que podría crear.
En la coyuntura de la renegociación del T-MEC y la tendencia del nearshoring, México podría pensar en nuevas vocaciones estratégicas, por ejemplo, especializarse en componentes relacionados a la electromovilidad, dada la madurez de la industria automotriz. Es decir, trascender una lógica de maquila o manufactura para complementarla con desarrollo propio de conocimiento y tecnología.
En general, habría que definir, idealmente, con una visión común de futuro, cuáles son las vocaciones del país para las siguientes décadas como energías limpias, electromovilidad, economía de los cuidados y economía creativa, por dar ejemplos.
Séneca decía que no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va. En medio de mareas amenazantes, habría que tomar el reto de construir una brújula para México. Ojalá suceda en 2025.