La segunda mitad del año inició con alta volatilidad en los mercados y preocupaciones de una recesión ante la necesidad de los bancos centrales de economías desarrolladas de subir aún más las tasas de interés. Destaca un mayor apretamiento monetario por parte del Fed, ECB y BoE.
En Estados Unidos, los datos de la primera semana de julio aludieron a una economía con buen dinamismo y las minutas del Fed reflejaron un tono hawkish en el margen, con la mayoría de los miembros favoreciendo más alzas en lo que resta del año. Con ello, predominó el sentimiento de aversión al riesgo, resultando en pérdidas generalizadas en los bonos soberanos y en las bolsas. En particular, los rendimientos de los Treasuries repuntaron con fuerza. La Nota del Tesoro de 2 años cotizó en máximos desde 2007 por arriba de 5.00%. De igual forma, la referencia de10 años perforó el nivel de 4.00% que en años pasados había figurado como resistencia clave.
Sin embargo, en la segunda semana de julio regresó el optimismo a los mercados tras una lectura de inflación en Estados Unidos mejor a lo esperado. La métrica anual moderó sustancialmente su ritmo de avance a 3.0% desde 4.0%. A pesar de ello, los miembros del Fed han reiterado que la inflación aún es alta y es muy pronto para cantar victoria. Además, señalaron que están cómodos con continuar el ciclo de alzas si los siguientes datos no confirman que la inflación regrese a su objetivo de 2.0%. En este marco, continúa el debate al interior del mercado sobre si se realizará una segunda alza o no, ya que el incremento del 26 de julio está completamente descontado.
Dicha desaceleración en precios generó un amplio respiro en la mayoría de los activos financieros. El S&P 500 superó los 4,500 puntos, manteniendo una clara tendencia al alza desde marzo y con algunos analistas incluso señalando que podría alcanzar niveles récord antes de que finalice el año. Vale la pena recordar que en enero del año pasado se registró el máximo histórico de 4,797 puntos; es decir, poco menos de 6% por arriba del nivel actual.
De igual manera, el Nasdaq repuntó a máximos desde abril del 2022. Del lado de los bonos soberanos, los Treasuries marcaron un rally con las referencias de 2 y 10 años regresando a las zonas de 4.60% y 3.70%, respectivamente. Esta dinámica se contagió a los Bonos M que marcaron ganancias de 25pb, en promedio. La referencia de 10 años, May’33, regresó a cotizar por debajo de 8.70% tras alcanzar 8.95% la semana previa.
En el mercado cambiario, el dólar colapsó a mínimos de 15 meses permitiendo un avance generalizado tanto en divisas desarrolladas como en emergentes. En el primer grupo, la libra esterlina repuntó a máximos desde abril del año pasado y se ubica como la más fuerte con una ganancia de 8.7% en el año. La divisa está respaldada por la postura restrictiva del BoE donde el mercado anticipa un ajuste de al menos +100pb en lo que resta del año.
Otras divisas que también destacaron fueron el franco suizo (+7.6%) en máximos desde 2015 y el euro (+4.9%) en su mejor nivel en más de un año. Pasando a emergentes, el peso mexicano se fortaleció hasta 16.80 por dólar, estabilizándose en la zona de 16.85-16.90. Con ello, la divisa se mantiene como la segunda más fuerte (+15.7%), detrás del peso colombiano (+18.5%).
En Banorte, mantenemos que el peso seguirá respaldado por el atractivo carry ajustado por volatilidad. Estimamos un rango entre USD/MXN 16.30 y 18.20 para el segundo semestre y un cierre de año más fuerte, en 17.90 (previo 18.70).