Este foro —realizado en Washington D.C. por primera vez de manera presencial desde que inició la pandemia— es de gran importancia debido a la asistencia de líderes de opinión, empresarios de alto nivel y funcionarios de todas partes del mundo, con el fin de hacer un diagnóstico de lo que ha acontecido en el mundo hasta la fecha. Aún más relevante es por el objetivo de diseñar las posibles estrategias de política pública y privada ante los desafíos, oportunidades y cambios de tendencia en el corto y mediano plazos. Como en ocasiones previas, una delegación de Banorte asistió a estos eventos.
Creemos que los siguientes temas serán de gran interés para todos los tomadores de decisiones. Las reflexiones más importantes que logramos extraer de conferencias, reuniones y documentos publicados a lo largo de la semana son las siguientes:
El riesgo de una recesión global a finales de este año o en 2023 ha sido el tema central. Existen amplias diferencias en cómo los distintos países y regiones lograrán hacer frente a esta situación. La previsión sobre Europa fue la más pesimista, seguida de muchas dudas sobre el desempeño de la economía de China. En contraste, existe cierto optimismo de que Estados Unidos podría ser mucho más resiliente.
La situación para países emergentes es muy diversa, aunque se encuentran mejor preparados que en ocasiones anteriores para enfrentar este reto.No obstante, existe temor de que algunos países puedan perder acceso a los mercados —lo que dificultaría el refinanciamiento de pasivos e incrementaría los riesgos de default— y se generen mayores tensiones sociales por esta situación.
La guerra en Ucrania y los riesgos geopolíticos en el mundo (e.g. las tensiones entre EE. UU. y China) han contribuido a la incertidumbre sobre la magnitud de la recesión y la afectación en precios. Desafortunadamente hay muy poca claridad en este frente, con una idea en común de que la globalización está enfrentando grandes retos. Se hizo un llamado a una mayor cooperación internacional, aunque no se anticipa un gran empuje en el corto plazo, sobre todo porque Washington está lidiando con problemas domésticos.
La elevada inflación en el mundo sigue siendo un factor de gran preocupación. La consecuencia más evidente es la limitación que representa para el ingreso real disponible de los hogares y la posibilidad de que pueda ampliar las brechas de desigualdad. Percibimos poca convicción sobre cuándo comenzarán a ceder las presiones inflacionarias. La política monetaria restrictiva en el mundo continuará, abonando a la idea de recesión.
El mundo está mostrando algunos destellos de esperanza sobre la normalización de los procesos productivos y las cadenas de suministro, aunque todavía prevalecen dudas sobre el momento y alcance de cuándo las disrupciones puedan revertirse de manera más clara. Es importante seguir de cerca la posibilidad de choques adicionales en los precios de energéticos y alimentos.
Notamos un temor genuino sobre potenciales errores en las políticas públicas en un entorno tan incierto. Esto incluye el desligue entre la política monetaria y fiscal, como en el Reino Unido recientemente. Los líderes mundiales han exhortado la necesidad de cooperación y coordinación para llegar a un bien común para todo el planeta.
La innovación tecnológica y el choque disruptivo que ello trae para varias industrias —entre ellas, la financiera— implica la necesidad de atender la digitalización desde distintos ángulos. Más allá de procesos que puedan incrementar la productividad y reducir costos y riesgos, también se ha vuelto toral en cualquier discusión seguir atendiendo temas de ciberseguridad.
Las políticas de sustentabilidad (ASG) son cada vez más importante y tienen un rol central en la discusión estratégica de todos los actores de la economía. Notamos un énfasis genuino por reducir los efectos del cambio climático, al mismo tiempo que es imperativo atender temas sociales y de gobernanza.
El sector privado, probablemente, seguirá liderando los esfuerzos globales para empujar la digitalización y la lucha contra el cambio climático. Existe una alta demanda por nuevas tecnologías y productos ASG. Los gobiernos deben acelerar la coordinación y cooperación en estos rubros para limitar el riesgo de fragmentación en el ámbito regulatorio y de supervisión.
Para sorpresa de muchos participantes, Latinoamérica fue percibida con muy buenos ojos. Probablemente el hecho de que la región está más alejada del epicentro de los problemas actuales le ha ofrecido una oportunidad de diversificación muy atractiva. Temas como el nearshoring o la relocalización constituyen una ventaja, especialmente para países como México, quien nuevamente ganó reflectores de manera favorable gracias a la reconfiguración de la dinámica de comercio internacional.
Fue enriquecedor observar el interés genuino de todos los agentes económicos por seguir impulsando políticas de sustentabilidad, así como los cambios necesarios para hacerle frente a cambios de tendencias tan importantes como el avance tecnológico y la digitalización.
CONCLUSIÓN
El mundo enfrenta un panorama altamente retador en muchos frentes, lo cual requerirá claramente de una mayor cooperación y coordinación de políticas públicas y estrategias conjuntas entre gobiernos, empresas y sociedades. Esta necesidad incluye actuar en diversos ámbitos, tanto económicos, sociales, políticos, regulatorios y de supervisión, entre muchos otros. Los temores sobre la posible recesión global a finales de este año o el siguiente fueron el tema central, con ramificaciones en distintos frentes. En particular, persisten las dudas sobre si el mundo ha cambiado de manera estructural —por temas como el COVID-19, la guerra y el proceso de “desglobalización”— o si el choque es temporal. El panorama geopolítico también luce poco promisorio, especialmente por el conflicto en Ucrania, lo que podría ser un obstáculo para algunos de los avances alcanzados.
Del lado más positivo, fue enriquecedor observar el interés genuino de todos los agentes económicos por seguir impulsando políticas de sustentabilidad, así como los cambios necesarios para hacerle frente a cambios de tendencias tan importantes como el avance tecnológico y la digitalización. Para nuestra sorpresa, no había mención alguna sobre la pandemia (salvo en el caso de la política cero Covid en China que fue altamente criticada), lo cual nos hace pensar que existe un sentido de haber transitado hacia una nueva normalidad en todo el mundo. Si bien el teletrabajo y las conferencias virtuales ayudaron a dar continuidad a las discusiones en estas reuniones anuales durante los últimos años, la riqueza obtenida de las reuniones en persona es invaluable.
Para México existen una serie de oportunidades muy atractivas. Entre ellas sobresalió el interés por el nearshoring, las ventajas de acelerar la adopción tecnológica para insertarnos de lleno en la era digital, así como enfrentar decididamente los riesgos provenientes del cambio climático y las nuevas oportunidades ante la transición energética. Por su parte, políticas económicas prudentes y cautelosas se vuelven aún más importantes para enfrentar un entorno global más complejo. Políticas fiscales y monetarias oportunas constituyen un activo muy importante ante la fragilidad y volatilidad de los mercados financieros internacionales. Evitar fuertes desbalances en las cuentas externas también será crítico para fortalecer la estabilidad ante condiciones financieras más restrictivas que podrían perdurar por mayor tiempo al anticipado. Esto ayudará a mantener el interés de compañías, inversionistas y gobiernos de otras partes del mundo sobre el potencial económico de nuestro país, a su vez repercutiendo favorablemente en las condiciones de vida de la población mexicana.