Los inversionistas enfrentan un panorama altamente complejo, caracterizado por riesgos de estanflación que se han transformado en riesgos de recesión. Las secuelas de la pandemia —tanto del lado de la oferta como de la demanda—, los efectos adversos del conflicto entre Rusia y Ucrania, así como el retiro o agotamiento de los estímulos (tanto monetarios como fiscales) han ocasionado un ajuste importante en los precios de diversos activos financieros.
Esto se debe a que hoy en día el principal temor entre los inversionistas recae en que el Fed probablemente estará forzado a restringir el crecimiento económico para controlar la peor inflación en cuatro décadas. La incertidumbre radica en si podrá evitar la temida recesión. Por lo pronto, las señales no son alentadoras. Por ejemplo, varias acciones e índices entraron recientemente a lo que se conoce como un “bear market” —utilizado para ilustrar una disminución de al menos 20% en el valor de un activo respecto a su pico más reciente—. Este fenómeno con frecuencia precede a una recesión.
A pesar de ello, el Banco de la Reserva Federal mantiene una narrativa hawkish (i.e. restrictiva), haciendo alusión a que continuarán actuando con firmeza para palear el fuerte aumento de los precios. La necesidad es clara ante una inflación anual que alcanzó 8.6% en mayo y podría repuntar aún más en los próximos meses. En este sentido, el miércoles de la semana pasada, el Fed dio a conocer las minutas de su última reunión de política monetaria, llevada a cabo los días 14 y 15 de junio, donde el banco central decidió incrementar en 75 puntos base su tasa de interés, una magnitud no observada desde 1994.
Una situación que resaltó del documento es que la mayoría de las discusiones se centraron en factores que afectan tanto a la inflación como al PIB; sin embargo, el principal enfoque de la mayoría de los miembros del FOMC se centró en la inflación. Esto sugiere que el Fed podría estar dispuesto a continuar restringiendo las condiciones monetarias a través de mayores incrementos de tasa de interés y reducciones en su hoja de balance, sacrificando momentáneamente el ritmo de la actividad económica al tratar de controlar la inflación a como dé lugar. Con ello, al 7 de julio, la curva de rendimientos descuenta 180 puntos base de incrementos adicionales de la tasa de interés en lo que resta del año (cuatro reuniones), con el riesgo de que los aumentos sean aún mayores.
El Fed podría estar dispuesto a continuar restringiendo las condiciones monetarias a través de mayores incrementos de tasa de interés y reducciones en su hoja de balance, sacrificando momentáneamente el ritmo de la actividad económica al tratar de controlar la inflación a como dé lugar.
En México, los mercados financieros no han sido inmunes a estas condiciones globales, teniendo efectos también sobre la economía y la inflación. Al igual que en el caso del Fed, la semana pasada el Banco de México publicó las minutas de su decisión del 23 de junio, en la cual el organismo central optó por modificar su postura monetaria de una manera más agresiva, llevando la tasa de interés de referencia de 7.00% a 7.75%. En esta ocasión destacó una aseveración más ecuánime sobre los balances de riesgos para la inflación y el crecimiento. Sin embargo, resaltaron las preocupaciones sobre una difícil dinámica de precios que enfrentan tanto empresas como hogares.
De hecho, la inflación al consumidor registró un repunte adicional en junio, pasando a 7.99% de 7.65% el mes previo, resaltando 19 meses consecutivos al alza del componente subyacente. Otra discusión interesante dentro de Banxico se centró en el nivel actual de la tasa real ex ante y que tan restrictiva debería tornarse para ayudar a aminorar las presiones inflacionarias sin afectar de manera significativa al crecimiento. En términos generales, el sesgo de las minutas fue hawkish , sugiriendo que Banxico mantendrá un sentido de contundencia con el ciclo de restricción monetaria en lo que resta del año.
Ante este panorama, los participantes del mercado continuarán asimilando diversos factores de riesgo sobre la economía derivados de un entorno internacional muy complejo, así como los riesgos sobre recesión asociados a una política monetaria global que se tornará aún más restrictiva conforme transitemos esta segunda mitad del año, liderados por el Fed. Ante esta incertidumbre, la única certeza es que la volatilidad financiera continuará.
Director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de Grupo Financiero Banorte ni sus subsidiarias o filiales. Twitter: @alexpadillasan