A escasos días de concluir el año, los temores de una recesión global se han exacerbado ante la necesidad de los bancos centrales de seguir incrementando las tasas de interés. Sobre todo, existe mayor incertidumbre sobre el nivel que alcanzarán las tasas terminales y por cuánto tiempo permanecerán elevadas para frenar la inflación.
Si bien en el mercado se espera que los precios al consumidor de noviembre en EE. UU. se moderen a 7.3% a/a (previo 7.7% a/a) —comparado con máximos de cuatro décadas de 9.1% a/a en el reporte de junio—, los niveles aún son altos. Por ende, el mercado está convencido que la Reserva Federal incrementará el rango de los Fed funds en solo 50pb a 4.25%-4.50% el 14 de diciembre. Sin embargo, las apuestas para alcanzar la tasa terminal en mayo de 2023 fluctúan ampliamente entre 50pb y 75pb adicionales. El mercado también anticipa para el ECB y Banxico una moderación en el ritmo de alzas en las tasas de interés a 50pb en diciembre.
Regresando a la mayor preocupación del mercado, la curva de muy corto plazo que el presidente del Fed, Jerome Powell, ha señalado como la que tiene un mayor poder predictivo sobre una futura recesión se ha invertido. De forma más concreta, el diferencial entre la nota del Tesoro de 3 meses y las apuestas de donde estará esta tasa en los próximos 18 meses se ubica en -45pb, descendiendo de forma sostenida desde su punto más elevado en el año de +262pb alcanzado en mayo. Vale la pena señalar que este diferencial se ha tornado negativo previo a las tres últimas recesiones alcanzando mínimos de -133pb en 2001. De igual forma, la curva de Treasuries ha agudizado su inversión con el diferencial 2/10 alcanzando -83pb, nivel no visto en 40 años, desde -45pb al cierre del trimestre previo.
En el mercado de renta fija local, la curva de rendimientos también ha registrado una mayor inversión como resultado de un respiro en los instrumentos de mayor plazo. Con ello, las ventajas de valuación que veíamos en este segmento de la curva —principalmente en los Bonos M Nov’38 y Nov’42— se han diluido. En el mercado cambiario, el dólar asimiló la próxima moderación en el ritmo de alzas del Fed con el índice DXY perdiendo 5.0% en noviembre. Esto impulsó tanto a las divisas desarrolladas como a las emergentes.
Sin embargo, no hay que perder de vista que el USD podría beneficiarse de mayores episodios de volatilidad al fungir como activo de refugio de valor. En EM, el peso mexicano alcanzó su mejor nivel intradía desde el inicio de la pandemia en 19.04 por dólar. Como hemos mencionado en publicaciones previas, el peso mexicano ha estado respaldado por la elevada tasa de Banxico, el amplio diferencial vs otros bancos centrales, su cercanía a EE. UU. y menores riesgos políticos vs. sus pares emergentes. Sin embargo, los niveles cercanos al psicológico de 19.00 no fueron sostenibles ante la elevada sobrevaluación, regresando a su promedio móvil de 50 días de 19.70.
En los siguientes días, tendremos un flujo de información crucial que ayudará a esclarecer el panorama inflacionario (reporte en EE. UU.) y confirmará el giro de los bancos centrales hacia un ajuste monetario menos agresivo, destacando las decisiones del Fed, ECB y Banxico. Sin embargo, el mercado seguirá evaluando si este cambio es suficiente para lograr un ‘aterrizaje suave´ de la economía. Con ello, la elevada volatilidad continuará impactando en la dinámica de todos los activos financieros, mientras la guerra en Ucrania alcanza una duración de casi 10 meses.