La reelección de Trump domina las perspectivas económicas para 2025, marcando un giro en la geopolítica y el comercio internacional. Esto tiene que ver directamente con la postura transaccional que el nuevo gobierno en EE.UU. podría adoptar respecto a conflictos en Ucrania, Rusia, Irán y Corea del Norte.
Adicionalmente, se espera que se intensifique la guerra comercial con China, aumentando aranceles, incluso a sus socios comerciales. Y mientras las empresas chinas buscan sortear barreras comerciales con nuevas operaciones globales, México enfrenta retos domésticos igual de complejos, como la consolidación fiscal y los desafíos de Pemex.
HECHOS Y TENDENCIAS
En términos macroeconómicos, parece que los países desarrollados fueron relativamente exitosos en dominar la inflación, ahora enfrentan otro tipo de dilemas fiscales, como reducir déficits y aumentar gasto en defensa, mientras las políticas proteccionistas de Trump podrían reactivar la inflación. Desde luego, no podemos dejar de lado las posibles “sorpresas” como tormentas solares o eventos climáticos devastadores, descubrimientos históricos o nuevas pandemias.
Aunque desafiantes, estas tendencias no necesariamente representan un cambio negativo en el corto plazo. Con estrategias acertadas, pueden convertirse en oportunidades. Por lo pronto, nuestro escenario base en TransEconomics para la economía global incluye un crecimiento sostenido de Estados Unidos (2.2%) y en la Eurozona (1.1%), con niveles de inflación a la baja y tasas de política monetaria por debajo del nivel al que cerrarán 2024.
Ante este entorno, México necesita reafirmar su relevancia como socio estratégico para Estados Unidos. Aquí radica una oportunidad: recordarle a nuestro vecino del norte que los desafíos compartidos, como la migración, el tráfico de drogas y el comercio requieren soluciones conjuntas y beneficiosas para ambas partes. El año que entra será de trabajo de campo para generar una estrategia de cara a la revisión del TMEC en 2026.
EN CASA, LOS DESAFÍOS NO SON MENORES
El gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta una consolidación fiscal moderada, pero basada en supuestos optimistas. El resultado podría ser positivo ya que implica mantener la razón de deuda a PIB estable en niveles de 51.4%.
No obstante, el reto radica en que dicho presupuesto tiene un riesgo de ejecución importante, que no deja casi margen de maniobra a la administración en caso de un choque. Además, no hay que olvidar el gran desafío del gobierno federal en este momento: Pemex.
El paquete económico 2025 incluye un apoyo financiero para los vencimientos de esta empresa, así como el requerimiento de disciplina financiera. Sin embargo, el plan estratégico presentado para la entidad supone una presencia más relevante en el sector que, recordemos, tiene problemas de operación y financieros significativos.
Lo anterior en un contexto en el que la calificadora Moody’s cambió recientemente la perspectiva crediticia de México a negativa. La presión de cumplir con los compromisos fiscales, especialmente en un escenario económico incierto, coloca al gobierno en una posición delicada.
Si los ingresos no alcanzan los niveles proyectados o el apoyo financiero a Pemex debe ampliarse –de forma más explícita y con mayores recursos–el riesgo de un recorte en la calificación soberana aumenta. Esto afectaría la capacidad de México para financiarse y dañaría la confianza de los inversionistas internacionales en nuestra economía.
La situación y el deterioro de los niveles de seguridad también son un tema que está cada vez más presente en cualquier perspectiva. Los altos niveles de violencia e inseguridad pueden deteriorar el clima de inversión. Sin olvidar también que la aprobación de la reforma judicial ha minado la estructura del estado de derecho en nuestro país.
Con esto en mente, nuestro escenario base contempla que la economía mexicana se desacelera hasta casi detenerse, pero sin caer en una recesión en 2025. Este escenario asume, además, que:
1.La estrategia de México frente a las amenazas de Trump permite una solución viable para todas las partes involucradas.
2.No hay un notorio deterioro en la situación de seguridad en México.
3.La implementación de la reforma judicial es lenta, aunque la erosión del clima de inversión se empieza a notar.
4.El apoyo a Pemex es suficiente y no exacerba la debilidad fiscal, más allá de la expectativa actual. Las agencias calificadoras ponen a México en perspectiva negativa, pero sin cambios en la calificación.
Bajo los supuestos, la actividad económica cierra el año con una desaceleración que se extiende al primer trimestre de 2025. Si bien el consumo continúa mostrando cierto dinamismo, la inversión se desacelera fuertemente, ante el recorte en el gasto de capital y un clima de inversión con mayor incertidumbre. La demanda externa se mantiene relativamente fuerte. Proyectamos un crecimiento de la actividad económica del 0.7% en 2025. Para el siguiente año, os efectos base derivados del año postelectoral van desapareciendo y la economía mexicana retoma cierto dinamismo en 2026 con un crecimiento de 1.6%.
En cuanto a la inflación, esperamos que cierre 2024 en torno al 4.7% y que continúe su tendencia a la baja hasta el 3.9% en 2025, por debajo del rango superior del objetivo de Banxico. Consideramos que el banco central tiene espacio para seguir recortando tasas en las siguientes reuniones, terminando su ciclo de relajación monetaria en el tercer trimestre del próximo año en 8.00%. En este entorno, pensamos que el tipo de cambio cerrará el año alrededor de los 20.55 pesos por dólar y seguirá su tendencia de depreciación el año que entra, llegando a los 22 pesos por dólar.
CAPACIDADES Y RESILIENCIA A PRUEBA
2025 será un año que pondrá a prueba no solo las capacidades económicas de México, sino también su resiliencia. Si bien existen factores que podrían amortiguar el impacto de los desafíos globales y domésticos, el margen de error es mínimo. Las tensiones geopolíticas, la incertidumbre en el frente fiscal y la fragilidad estructural de Pemex representan más que obstáculos temporales, son recordatorios de que las soluciones a medias no serán suficientes.
México enfrenta el reto de tomar decisiones firmes, adaptándose con inteligencia a los retos inmediatos. Ahora, más que nunca, necesitamos actuar con determinación para no perder las oportunidades que podrían surgir en medio de la adversidad. La clave estará en aprovechar las oportunidades que surjan y evitar que la inacción se convierta en nuestra mayor debilidad.