El sistema económico existe para algo sencillo pero esencial: facilitar nuestras transacciones, esas decisiones cotidianas que sostienen el crecimiento de un país. Sin embargo, los costos de transacción van más allá del precio de un producto o servicio. Involucran tiempo, dinero y esfuerzo en cada paso que damos para concretar acuerdos, buscar asesoría legal o, incluso, implementar medidas de seguridad. Es un esfuerzo invisible, pero muy real, que determina en gran medida la facilidad —o dificultad— de hacer negocios.
Aquí es donde entra el Estado de Derecho. Funciona como un escudo que nos protege a todos del riesgo y la incertidumbre, y asegura que nuestros derechos, en especial los de propiedad, estén a salvo. En un entorno con reglas claras, las empresas y los inversionistas no necesitan gastar en medidas excesivas para protegerse de los imprevistos. Cuando sabemos que los contratos serán respetados y que hay un sistema sólido para resolver disputas, las transacciones fluyen con mayor rapidez y eficiencia, sin los llamados “costos ocultos” de monitoreo constante o de ajustes legales. Esto también facilita que cualquier empresa, sin importar su tamaño, pueda competir en igualdad de condiciones.
La reforma judicial aprobada recientemente y los cambios propuestos que limitan la independencia de los tribunales para revisar decisiones del ejecutivo generan preguntas. ¿Qué pasa cuando se reduce el contrapeso en el sistema de justicia? ¿Qué ocurre con los derechos y las garantías de cada individuo, empresa o inversionista ante decisiones políticas inesperadas?
Precisamente, los ganadores del Premio Nobel de Economía de este año, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, hablan de esto en sus estudios: de cómo las instituciones fuertes, las que promueven transparencia, reglas claras y respeto a la competencia, son el corazón del desarrollo económico. Cuando las instituciones cumplen su rol y son inclusivas, toda la sociedad se beneficia. Pero si las instituciones se vuelven excluyentes, beneficiando solo a unos pocos, la economía en su conjunto se ve afectada, frenando la innovación y limitando el crecimiento.
Los ganadores del Premio Nobel de Economía 2024, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, hablande cómo las instituciones fuertes, las que promueven transparencia, reglas claras y respeto a la competencia, son el corazón del desarrollo económico.
La incertidumbre jurídica genera desconfianza, lo cual puede desincentivar las inversiones en el largo plazo. Los capitales buscan estabilidad y previsibilidad; si no la encuentran aquí, podrían mirar hacia otro lado.
Para México, los cambios recientes en el sistema judicial plantean un desafío. Al debilitarse la certidumbre jurídica, aumentan los costos de transacción. Empresas e inversionistas se ven forzados a destinar más recursos en seguros, contratos complejos y asesoría para proteger sus intereses. Estos costos adicionales, aunque indirectos, impactan a largo plazo, reduciendo la competitividad y haciendo menos atractiva la inversión. Y mientras otros países fortalecen sus marcos legales, México corre el riesgo de quedarse rezagado.
Además, la incertidumbre jurídica genera desconfianza, lo cual puede desincentivar las inversiones en el largo plazo. Los capitales buscan estabilidad y previsibilidad; si no la encuentran aquí, podrían mirar hacia otro lado. Este fenómeno, aunque lento y silencioso, va minando el crecimiento económico y las oportunidades de desarrollo del país.
En el marco del TMEC, el debilitamiento del Estado de Derecho también puede traer consecuencias. Este acuerdo, que respalda el libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, depende de un entorno de estabilidad jurídica. Si México no muestra un compromiso sólido con la legalidad, la cooperación comercial podría resentirse en un contexto global cada vez menos favorable al comercio abierto.
La solidez del estado de derecho no es solo un tema legal; es el cimiento sobre el cual se construye la confianza en nuestra economía. En estos tiempos de cambio, fortalecer nuestras instituciones no es solo una opción, sino un deber para el futuro de México.