Trump llega con el colmillo afilado por la navaja de la experiencia, algo que le permitirá asentarse rápidamente en la operación política, a diferencia de lo que ocurrió en su primer mandato al frente de los Estados Unidos. Y si agregamos a la ecuación que el hombre se acerca al final de su carrera política y, por lo tanto,
estará poco preocupado por las consecuencias que puedan traerle sus acciones, obtenemos un escenario muy distinto al de hace ocho años. Por lo tanto, la nueva presidencia estará marcada por la concentración del poder y la consolidación de posturas extremas. Guiño a México de parte de la historia.
A nivel global, los efectos de este cambio de régimen pueden anticiparse como negativos. En Inglaterra el
NIESR anticipa que las medidas proteccionistas de Trump le restarían 0.7 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento de 2025, más de la mitad del 1.2% que se actualmente se estima. Si eso es allá, a miles de kilómetros de distancia, ¿qué podemos esperar en el caso de nuestro país, que comparte con Estados Unidos la décima frontera más larga del mundo y a quien el
Trump Risk Index del Economist ubica como el país más vulnerable?
Atisbos de esta amenaza ya se han manifestado incluso antes de que se conocieran los resultados. Y es que lo inmediato no será una salida de capitales que ocasione una crisis de gran calado, sino el
desvanecimiento de los catalizadores a los que nos aferrábamos para escapar de la trampa del bajo crecimiento económico.
El principal de estos,
el afamado nearshoring, ha sufrido golpes duros, por ejemplo, con la cancelación de la inversión que Tesla iba a ejecutar para construir una Gigafactory de $4,500 millones de dólares (equivalente a 12% de toda la IED que México recibió en 2023) o la puesta en entredicho de los planes de la armadora china BYD apenas hace unas semanas. Ambos casos no hacen sino recordar otra cancelación, pero en 2017, la de la construcción de una planta de Ford que se estimaba en $1,600 millones de dólares y que dejan ver que el efecto Trump sobre la inversión es real.
En Deloitte se desarrolló un
monitor de anuncios de inversión que muestra una reducción de más de 70% en la cifra acumulada de 2024 correspondiente al valor de inversiones anunciadas por las empresas. La explicación es clara, pues la columna de certidumbre que ofrecía el TMEC está en duda con la victoria de Trump y la seguridad de que habrá una renegociación a fondo del tratado en 2026. Pocas compañías tendrán el ánimo de concretar sus planes antes de esa fecha, por lo que, en los hechos, la inversión privada en México pinta deslucida.
A nivel agregado, la tasa promedio de crecimiento en México de los últimos 10 años es de 1.4%, pero las previsiones para 2025 son bastante reservadas con el consenso de economistas fijando un pronóstico de 1.2% y una tendencia de revisión a la baja en los últimos meses.