Para tener clara la importancia de la innovación no es necesario abundar en los casos de Blockbuster, Kodak, Nokia o Blackberry, marcas que quebraron estrepitosamente por no entender hacia donde iba su mercado, sino comprender qué es la innovación.
De acuerdo con el Manual de Oslo, la guía para la gestión de la innovación publicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la innovación es “la concepción e implantación de cambios significativos en el producto, el proceso, el marketing o la organización de la empresa con el propósito de mejorar los resultados”.
De esta definición se desprenden dos ideas centrales. La primera es que se requieren cambios significativos. Tanto la mejora continua como la innovación aportan una contribución, un impacto en el mercado o una mejora interna, pero lo que distingue a la innovación de la mejora es que la transformación de la idea innovadora requiere hacer algo distinto de lo que la empresa venía haciendo en el pasado.
La segunda es que no solo cambios en el producto es innovación. Estamos acostumbrados a creer que innovar es solo cuando un nuevo producto sale al mercado, pero esto es solo una fracción minúscula de la innovación.
Tomemos como ejemplo a Coca-Cola. En 1886, el farmacéutico John Pemberton estaba buscando una cura para el dolor de cabeza. Después de experimentar con varios ingredientes, finalmente creó una bebida carbonatada que contenía extractos de hojas de coca y nueces de cola. Seis años después de su creación, la bebida tuvo cierto éxito en Atlanta, Georgia, donde Pemberton vivía y trabajaba y fue vendida en 2,300 dólares.
En 1923, Coca-Cola Company nombra a Robert W. Woodruff como Director Ejecutivo y empieza su transformación: elaboró un sistema de producción y distribución en las inmediaciones de las grandes ciudades para dibujar la red de comercialización más óptima posible; ideó la estrategia de comunicación suave basada en el consumo familiar que sigue hasta hoy; internacionalizó la compañía bajo la premisa de que cualquier soldado americano, estuviera donde estuviera en el mundo, podría encontrar una botella de Coca Cola por 5 centavos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Coca-Cola se convirtió en un símbolo de la cultura estadounidense y se promovió activamente en todo el mundo. Hoy en día vale 80,388 millones de dólares.
Es decir, la verdadera innovación que mejoró los resultados no fue la invención del producto sino del proceso, el marketing y la organización de la empresa.
Lamentablemente, en México estamos poco acostumbrados a innovar, sobre todo en las PyMES. El ranking
Global Innovation Index (GII), elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) evalúa el desempeño de innovación de 132 países. En el reporte 2022, México se encuentra en la posición 58, con una trayectoria descendente en los últimos años.
Los 7 pilares del GII para México
Fuente: Global Innovation Index Database, OMPI, 2022.
Este informe destaca muchas áreas de oportunidad para México, pero los dos peores pilares lamentablemente se relacionan con las Instituciones, donde ranqueamos 93, y la Sofisticación de los Negocios en la que estamos en el lugar 76, entre las 132 economías.
En pocas palabras, lo que el
Global Innovation Index nos señala es que no existe en México una cultura de la innovación, ni en las empresas ni en el gobierno.