La economía de Estados Unidos (EE. UU.) logró al cierre de 2022 un nivel de actividad 5.1% superior al del cuarto trimestre de 2019. Los estímulos monetarios y fiscales que se utilizaron para evitar una profundización de los efectos económicos de la pandemia fueron de una magnitud extraordinaria. La receta fue muy similar a la que se prescribió durante el rescate de la crisis financiera del 2008.
La deuda pública pasó de 35.6% del PIB en el segundo trimestre de 2008 a 93.9% al cuarto trimestre del año pasado. Se multiplicó 2.7 veces.
El incremento de la deuda como proporción del PIB es muy similar al incurrido para financiar el gasto militar durante la segunda guerra mundial.
Por su parte, la Reserva Federal le inyectó 4.8 millones de millones de dólares (MMD) al sistema financiero vía compra de bonos gubernamentales.
Es debatible si la magnitud del costo de los estímulos fue necesaria, tanto en apoyos monetarios directos a quienes no perdieron su empleo, como en el monto de liquidez que inyectó la Reserva Federal hasta abril de 2022, cuando la recesión había terminado desde el tercer trimestre de 2020.
A diferencia de la gran recesión, la pandemia no tenía las características de una crisis financiera. No había desequilibrios importantes ni endeudamiento elevado en el sector privado, los bancos estaban mejor capitalizados que en 2007.
Independientemente de la evaluación del costo/beneficio de las medidas, el costo es con cargo al futuro.
El disparo del endeudamiento del gobierno tendrá efectos puntuales adversos: 1 limitará su capacidad de atender las necesidades de servicios públicos que la población requiera; 2 eleva de manera significativa el pago de intereses en el presupuesto público dejando en el filo el escenario de una crisis fiscal; y 3 la inflación que provocaron los estímulos merma y mermará el ingreso real de los adultos mayores en retiro.
Por el lado de los “beneficios”, las transferencias monetarias a la población en adición a la caída del gasto de consumo durante la pandemia generaron un exceso de ahorro personal que llegó con estimaciones de la Reserva Federal de San Francisco a 2.1 MMD, de los cuales se han utilizado 1.3 MMD, lo que explica la resiliencia que ha mostrado el consumo privado en 2022 y lo que va del presente año, a pesar del repunte inflacionario.
Sin embargo, el ahorro en exceso —que está en el balance de los consumidores—, no ha impedido que la tasa de ahorro personal respecto a su ingreso haya caído de 9.1% en enero 2020 a 4.7% al mismo mes de este año. Una baja tasa de ahorro personal limita el potencial de uso de crédito y de consumo.
Los indicadores económicos en lo que va de 2023 han sido en general positivos, en especial los relacionados con el empleo y la actividad de servicios, lo que llevó a plantearse la posibilidad del escenario “no landing”. Sin embargo, las encuestas de manufactura y las condiciones financieras subyacentes sugieren otras alternativas.
¿CUÁLES SON LOS ESCENARIOS DE ATERRIZAJE DE LA ECONOMÍA DE ESTADOS UNIDOS?
Aterrizaje sin adjetivos. El indicador adelantado compuesto de EE. UU. elaborado por la OCDE con datos a febrero de este año presenta un punto de inflexión a la baja en el ciclo económico desde agosto de 2021. A partir de mayo del año pasado cae por debajo de su tendencia de largo plazo. Cabe señalar, que la lectura del indicador de EE. UU. es muy similar a la del total del G-20.
Soft landing. El empleo logra en febrero un buen incremento de 311 mil puestos. Lo más relevante es un significativo aumento de 0.6 puntos de la participación laboral del grupo prime (25-54 años) para llegar a 83.2%, nivel ligeramente superior al previo a la pandemia.
La reincorporación de la población al mercado laboral es signo de que los incentivos funcionan: mejores condiciones sanitarias, mayores salarios, bajo ahorro disponible y alza en rentas. Las personas que cambian de trabajo están obteniendo incrementos salariales de 14% anual.
El correspondiente aumento de la masa salarial (empleo x salarios) le da soporte al consumo, sin embargo, en la medida que se erosiona el exceso de ahorro personal y se modera el uso de tarjetas de crédito ante el alza de morosidad que ya se registra, es previsible que el consumidor adopte patrones de gasto más conservadores.
Por otra parte, un mercado laboral apretado que ofrece dos vacantes por cada desempleado permite un aumento gradual del desempleo. El mercado de futuros de fed funds ya ha frenado la expectativa de alza de tasas ante los problemas de la banca, lo cual, de materializarse, sería un factor que pudiera suavizar el aterrizaje.
Hard landing. La banca vuelve a apretar de manera significativa los estándares de crédito a las empresas. Un 44% neto de los bancos encuestados en enero por la Reserva Federal reporta un aumento de sus requisitos para el financiamiento a empresas comerciales e industriales.
Entre los parámetros que se vieron afectados se encuentran: montos de líneas de crédito, plazos, costos, sobre tasas y garantías. Los estándares de crédito para construcción y desarrollo de tierra fueron particularmente restringidos.
El 66.7% de los bancos señaló la incertidumbre económica como un factor muy importante para apretar los estándares. Otros motivos fueron problemas específicos de industria, menor liquidez en el mercado secundario, menor posición de liquidez, menor tolerancia al riesgo y deterioro de la posición de capital.
Las encuestas también revelan una baja importante en la demanda de crédito comercial e industrial.
La banca advierte además de un apretamiento de los estándares del crédito al consumo, así como menor demanda de crédito, aunque en un grado menos severo que el señalado para el financiamiento a negocios.
El monto de crédito otorgado por la banca al sector comercial e industrial se frena desde diciembre pasado, lo cual es consistente con los resultados de las encuestas.
La reciente crisis bancaria en EE. UU. refleja los problemas de liquidez y posición de capital de las instituciones, debido a la minusvalía en su cartera de bonos al subir las tasas de interés, con el correspondiente efecto negativo en su capacidad para otorgar crédito.
El freno del financiamiento afecta de manera directa la inversión de los negocios, y por consiguiente el empleo. Aumentar el desempleo es al final lo que busca la política monetaria actual, aunque ciertamente no a través de problemas en los bancos.
Un freno abrupto del crédito puede ocasionar un paro súbito de la economía, especialmente en actividades sensibles al financiamiento, como ya sucedió con la vivienda.
El índice de vacantes publicadas en el portal Indeed cae 11% en lo que va del año, lo que refleja mayor cautela de los negocios para contratar personal.
Crash landing. El pago de intereses por la deuda del gobierno federal como proporción del PIB presentó en el último trimestre de 2022 el mayor salto registrado en la serie estadística que inicia en 1947.
La Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO por sus siglas en inglés) estima un déficit fiscal de 5.3% del PIB para este año y 6.1% para 2024. Estos desequilibrios superan de manera significativa el 3.6% promedio de 1973 al 2022.
En este contexto de finanzas públicas deterioradas se van a desarrollar las negociaciones del techo de deuda entre demócratas y republicanos. Los primeros defendiendo el gasto, los segundos resistiéndose a elevar los impuestos.
CONSIDERACIONES GENERALES
Luego de quince años de dinero fácil con tasas de interés por debajo de la inflación, no se puede esperar una recuperación tersa y sostenible de la economía después de la pandemia.
El intento tardío y acelerado por normalizar la política monetaria empieza a mostrar los daños colaterales (casualties) en el sector financiero, y le seguirán los efectos en el sector real al frenarse el crédito.
El escenario se complica porque además Estados Unidos está inmerso en dos guerras: Una en Ucrania contra Rusia, en la que está comprometido política y presupuestalmente; y otra contra China por el liderazgo tecnológico, económico, militar y geopolítico.
Es un escenario retador con implicaciones relevantes para la economía mexicana.