Estos movimientos son, hasta cierto punto, más o menos esperados ya que, tras resolverse una elección, generalmente hay mayor certidumbre. Hay que recordar que los inversionistas son daltónicos, no distinguen colores o partidos, lo que buscan es certeza para sus inversiones.
Y ¿en qué se fijan los inversionistas? Hay varios puntos a considerar. De los más importantes es la estabilidad política y económica. Desde luego, la consistencia de las políticas monetarias y fiscales es crucial. Los inversionistas prefieren países con una inflación controlada, deuda manejable y crecimiento económico sostenido. Por eso, no es de extrañar que la ganadora de las elecciones, Claudia Sheinbaum, haya destacado precisamente la autonomía de Banco de México y la disciplina fiscal, tanto en su discurso de victoria, como en comunicaciones subsecuentes.
Los inversionistas también buscan evitar países con alta inestabilidad política, conflictos internos o cambios frecuentes en las leyes y regulaciones que pudieran afectar negativamente sus inversiones. Buscan entornos donde las leyes y regulaciones sean claras y se apliquen consistentemente. Cambios abruptos en las leyes fiscales, laborales o comerciales suelen generar incertidumbre y riesgo. Adicionalmente, buscan un sistema legal que proteja los derechos de propiedad y permita la resolución de disputas de manera justa y eficiente.
Este último punto es precisamente lo que ha generado que el tipo de cambio reaccionara negativamente. Normalmente, el hecho de que un presidente electo tenga una mayoría en el Congreso implica que podrá implementar sin problemas su agenda. El problema es que, esta vez, la agenda de reformas apunta a una reducción en la independencia del poder judicial y a una concentración del poder en manos del ejecutivo, lo cual, con total seguridad deteriorará el clima de inversión, entre otras muchas consecuencias.
En este contexto, el tipo de cambio está actuando como amortiguador del impacto sobre la economía real. Un régimen de tipo de cambio flexible –ante choques internos, como es el caso, o externos, como podría ser un aumento o un recorte de tasas por parte del Fed en EE.UU.– es la variable que se ajusta más rápidamente, facilitando la corrección de los desequilibrios que pudieran surgir.
La reciente depreciación del peso mexicano es la reacción más inmediata que tenemos sobre la evaluación de los planes para el nuevo gobierno. Aunque se da por hecho que la reforma judicial se aprobará en septiembre, todavía hay algunos cabos sueltos.
La primera reacción de los mercados ante las reformas propuestas por el gobierno es negativa y esto conllevará a seguir viendo volatilidad en el tipo de cambio en los próximos meses.
En la medida en que se deteriora el clima de negocios y la confianza en una economía, el retorno que exigen los inversionistas por su dinero, la prima por riesgo país, se incrementa ya que el atractivo del país en cuestión se reduce frente a oportunidades en otros países. Esto lo estamos viendo, desde ya mismo, reflejado en el tipo de cambio y en mayores tasas de interés. En la subasta del pasado martes 18 de junio, el bono a 30 años alcanzó un nivel de 10.16%, 51 puntos base más que en la subasta anterior.
A medida que suben las tasas, las inversiones productivas se tornan cada vez menos viables, al tiempo que el consumo privado también tiende a reducirse lo que tiene directamente impacto sobre la actividad económica. Además, si bien el contagio del tipo de cambio a los precios se ha reducido en los últimos años en México, en la medida en que se perciba que los niveles que podría alcanzar la moneda no son transitorios, podríamos entonces ver ajustes al alza en los precios. Esto dificultaría la labor del Banco de México.
¿Qué pueden hacer las autoridades si hay volatilidad extrema? El “dueño” de la política cambiaria en México es la Comisión de Cambios, integrada por el Secretario y el Subsecretario de Hacienda, otro subsecretario de dicha dependencia, la gobernadora del Banco de México y dos miembros de la Junta de Gobierno del propio banco. Como el régimen de tipo de cambio es flexible, la labor de esta comisión es intervenir en situaciones excepcionales para evitar desórdenes abruptos, ya sea a través de intervenciones directas (subastas de dólares) o indirectas (vía la política monetaria y otros instrumentos de comunicación con el público).
La reciente depreciación del peso mexicano es la reacción más inmediata que tenemos sobre la evaluación de los planes para el nuevo gobierno. Aunque se da por hecho que la reforma judicial se aprobará en septiembre, todavía hay algunos cabos sueltos. Entre otros, no sabemos la composición exacta del Congreso. Por ahora, parece que el gibierno en el poder tiene la mayoría calificada en la de Cámara de Diputados, pero en el Senador les faltan votos. Si bien podrían formar una mayoría haciendo alianzas con senadores de la oposición, esto depende del número de votos necesarios y de las negociaciones políticas que se realicen. Adicionalmente, no sabemos exactamente los términos en los que esta reforma pasara.
La primera reacción de los mercados ante las reformas propuestas por el gobierno es negativa y esto conllevará a seguir viendo volatilidad en el tipo de cambio en los próximos meses. Hasta septiembre, por el tema de las reformas y, después de la toma de posesión de Claudia Sheinbaum el 1 de octubre, por las elecciones en Estados Unidos (5 de noviembre) y, por supuesto, alrededor del 15 de noviembre, que es la fecha límite para la entrega del Paquete Económico 2025. Ante este panorama, es recomendable la cautela.