En las últimas semanas, la venta masiva en el mercado de bonos de Estados Unidos capturó la atención de los inversionistas. Los rendimientos de los Treasuries, en particular los de largo plazo, alcanzaron máximos multianuales, provocando un fuerte empinamiento en la curva. La Nota del Tesoro de 10 años perforó sostenidamente la resistencia de 4.00% hasta alcanzar niveles no vistos desde finales del 2007 de 4.34%, mientras que la referencia de 30 años marcó un máximo de 12 años en 4.45%. Con ello, ambas tasas incrementaron alrededor de 90pb desde su punto más bajo en el año. Por su parte, el rendimiento a 2 años regresó a ubicarse por encima de 5.00%, muy cerca de máximos de dos décadas.
Uno de los factores que detonó el alza en las tasas de largo plazo fue la inesperada mayor emisión de deuda por parte del Tesoro para hacer frente a las necesidades de endeudamiento proyectadas a mediano y largo plazo, aunado a la señal de más aumentos en los siguientes trimestres. Bajo este panorama, se observó una fuerte demanda por las opciones que ofrecen una protección contra incrementos en las tasas de interés de mayor plazo, en consecuencia, el costo de dichas opciones incrementó a máximos desde septiembre.
Otro factor relevante fueron los continuos datos económicos mejores a lo esperado que muestran una economía norteamericana resiliente, mitigando las preocupaciones de una recesión. Esto ha incrementado las esperanzas de que se logre un ‘aterrizaje suave’, en línea con la tesis que hemos tenido a lo largo del año en el área de análisis de Banorte, y además brinda espacio para que la Reserva Federal mantenga las tasas elevadas por un periodo de tiempo más largo de lo anticipado. Merece la pena recordar que el banco central mantiene la puerta abierta para un alza adicional de 25pb en la reunión de septiembre o noviembre, lo que llevaría el rango de los Fed funds a 5.50%-5.75%. Sin embargo, el mercado se mantiene bastante escéptico sobre este escenario, asignando una probabilidad de 18% en septiembre y 40% en noviembre.
La dinámica de los Treasuries se contagió a los bonos soberanos de otras regiones. En México, la curva de Bonos M marcó un bear steepening durante agosto como resultado de un incremento más acelerado en las tasas de largo plazo (+45pb) respecto a las de corto plazo (+24pb). En este sentido, el rendimiento de la referencia de 10 años, Bono M May’33, perforó la figura de 9.00% por primera vez en cuatro meses hasta alcanzar máximos no vistos desde noviembre de 9.45%.
En tanto, los rendimientos de mayor plazo cotizaron por arriba de 9.50%, alejándose alrededor de 3.5 desviaciones estándar de su promedio móvil de 90 días. Los principales tenedores de estos instrumentos son los inversionistas extranjeros (40%), así como las Afores y Sociedades de Inversión (40%) que en conjunto tienen el 80% del monto en circulación. Antes de la pandemia, los primeros poseían el 60% mientras que los segundos solo el 20%.
En Banorte consideramos que los elevados rendimientos de los Bonos M de mayor duración son realmente atractivos para inversionistas con portafolios de largo plazo, destacamos los vencimientos May’33, Nov’38 y Nov’42 que al cierre de esta edición (24 de agosto) cotizan en 9.27%, 9.34% y 9.34%, en el mismo orden. Sin embargo, vale la pena señalar que en este segmento de la curva la correlación con los Treasuries es elevada (+60%) por lo que estos últimos podrían seguir induciendo presiones adicionales ante la mayor oferta de deuda en EE. UU. y la incertidumbre sobre la tasa terminal de la Reserva Federal.