El martes 10 de septiembre cuando inicio el debate entre Kamala Harris y Donald Trump las encuestas daban casi piso pajero a los dos candidatos: 49% de los votos a nivel nacional para la demócrata y 48% para el republicano, una diferencia tan estrecha que entra dentro del margen de error estadístico y, por tanto, supone un empate técnico, según una encuesta de Marist Poll para la cadena NPR publicada ese mismo día.
Un análisis de The Washington Post indicaba que los números de Harris habían comenzado a estancarse y las expectativas de Trump se mantenían firmes, en tanto que una encuesta del fin de semana previa al debate elaborada por el Siena College para el The New York Times daba ventaja a Trump por un punto. El empate lo dio la encuesta del Centro Pew Research Center con el 49% en intención de voto para los dos candidatos.
Pero ¿hacia dónde se inclinó el debate?
EL DEBATE
El debate comenzó con la vicepresidenta estadounidense acercándose a su rival a quien estrechó la mano prácticamente obligando al candidato republicano a hacerlo. Era la primera vez que se veían en persona
Las posturas no tardaron en mostrarse. Harris ofreciendo una visión positiva del futuro, mientras Trump miraba con el ceño fruncido y realizaba críticas señalando que Estados Unidos era un país en decadencia. Harris miraba a Trump, pero Trump no. La sonrisa en Harris se transformaba en un gesto serio en Trump.
Este debate, que era una cita para convencer al 8% del electorado indeciso, estuvo marcado por las descalificaciones personales que se fueron intercalando entre los temas de la economía, la principal preocupación de los estadounidenses, la inmigración, la política exterior y el aborto.
Ninguno de los dos candidatos fue muy detallista sobre las políticas a adoptar y se refugiaron en las generalidades, pero Harris logró proyectar un mayor foco en sus planteamientos, mientras que Trump lució por momentos caótico, inconexo en algunas de sus intervenciones y con propensión a declaraciones altisonantes abiertamente falsas, como la afirmación de que algunos inmigrantes (de Haití) en Springfield, Ohio, habrían robado los animales de sus vecinos para comérselos, situacion que fue desmentida por autoridades de ese estado y de la Casa Blanca.
Otra mentira de Trump fue afirmar que el crimen ha disminuido en todo el mundo excepto en Estados Unidos o que Harris es responsable de la violencia política en su contra. Dijo, en referencia a su fallido intento de asesinato durante un mitin, que probablemente recibió una bala en la cabeza por las cosas que dicen de él.
En su discurso, Harris menospreció la asistencia a los mítines de Trump apuntando directamente a su ego para cambiar el enfoque del debate. Si en el primero realizado entre Trump y Biden el republicano llevaba la ventaja y le favorecía la edad; en el segundo, con Harris, la edad, los tiempos y las circunstancias no le favorecieron.
El equipo del republicano se quejó de la orientación de las preguntas de los moderadores de la cadena ABC News, que a diferencia de los debates anteriores desempeñaron un papel fundamental de verificación de datos de forma instantánea, algo que fue muy positivo, por ejemplo respecto a la situación de la migración en Springfield, Ohio.
DESPUES DEL DEBATE
Una encuesta realizada por SSRS para CNN indicó que el 63% de los espectadores encuestados luego del debate presidencial dijeron que Kamala Harris hizo un mejor trabajo argumentando sus políticas y contrarrestando a su oponente.
Harris no solo se impuso a Trump a ojos de los espectadores, también le fue considerablemente mejor que al presidente Joe Biden en su primer debate, por lo tanto el equipo de la candidata solicitó que se celebrará otro antes de las elecciones de noviembre.
Por su parte Trump afirmó que Harris sólo quería una revancha porque perdió en el primer debate. Afirmó que él tiene menos disposición a hacerlo porque tuvo una gran noche al ganar el encuentro.
Aunque todo apunta a que Harris fue la vencedora, la historia de las elecciones en Estados Unidos indica que los candidatos que triunfan en los debates no siempre ganan las elecciones, tanto a Trump en 2016 como George W. Bush en 2004 se les declaró perdedores en los encuentros previos a las elecciones, pero finalmente fueron los que llegaron a la Casablanca.
Eso es historia, en el presente está el peso de esa historia y, por si algo ayuda, el respaldo a Kamala Harris de Taylor Swift. La artista de 34 años cuenta con 284,000,000 de seguidores en la red social de Instagram. Externó su apoyo después de que Trump publicara en su cuenta de Truth Social imágenes generadas con inteligencia artificial que la mostraban apoyando al magnate neoyorquino.