El Foro Económico Mundial (WEF), a cuyos asistentes se les provee de análisis consensuado de cada país sobre los pilares que han sostenido nuestro desarrollo económico inició labores en 1979, desde entonces ha influido en el ánimo de tomadores de decisiones para mejorar, en lo que ha sido posible, alguna de las más de 100 variables que componen los 12 pilares que conforma el diagnóstico.
El informe de 2001 aclara las etapas macroeconómicas por las cuales transitamos para impulsar a las empresas motor del desarrollo sobre la base del manejo de una política económica sostenible. La primera etapa, es la de una economía basada en factores, es decir, en conseguir materiales y alimentos a bajo costo para que alguien, en el país o afuera, los procese. Este procesamiento corresponde a la segunda etapa donde lo que se busca es la eficiencia en la industria de la transformación. La tercera etapa corresponde a la innovación.
No es difícil comprender que en la tercera etapa existe la posibilidad de obtener mayor margen de ganancia al vender a quienes están dispuestos y en posibilidad de pagar el alto precio que se les pone a los productos de innovación. Piense en los coches BMW o en los teléfonos inteligentes que armamos en México para el mercado interno e internacional al exportarlos con lo cual pagamos la mano de obra calificada desarrollada en el país.
Pero si miramos el crecimiento de los factores en las ramas económicas que han mejorado en productividad desde la apertura al mercado exterior, veremos que hay más crecimiento en el consumo de los materiales que ensamblamos que en las remuneraciones o en la reinversión de capital. Por eso es importante el llamado del WEF a transitar hacia la innovación.
Es un hecho que debemos ir hacia la innovación, pero antes se deben resolver pilares que tienen que ver con la capacidad de los juzgados para resolver conflictos (estado de derecho); la potencia de la energía eléctrica sustentable; la estabilidad, suficiencia y progresividad fiscal; la educación acorde al crecimiento de las oportunidades laborales; e inventar nuevas aplicaciones.
Comparativamente con otros países que requieren atraer inversión, el estado de derecho y el tema laboral es donde estamos en posiciones lamentables al ocupar los lugares 123 y 105, respectivamente, de entre 137 países.
SIN PAGO VARIABLE CON BASE EN RESULTADOS NO HAY ELASTICIDAD
El espacio desde el cual las empresas podemos hacer algo está en el pilar de la eficiencia del mercado laboral, el cual apoyado por los requerimientos del T-MEC ha conseguido asignar un nuevo modelo de atención a las demandas laborales. Pero un aspecto que nos relega al lugar 105, según el informe más reciente del WEF es la participación de las mujeres en el ámbito laboral (ahí ocupamos el sitio 114), para lo cual desde el IMEF estamos cooperado al dar visibilidad a las mejores prácticas de las empresas industriales y de servicios en apoyo del
impulso de oportunidades para las mujeres.
Pero aún no mejoramos en flexibilidad para determinar las remuneraciones (48) y el pago por productividad (84), además de que
el impacto de los impuestos al empleo (94) aún es muy alto y discriminador temas en los que tenemos los lugares 94 y 84, de acuerdo al último informe WEF que los reportó.
Remuneraciones al cambio en los ingresos de las empresas
Un financiero, experto en cubrir riesgos para su empresa podría ver muy bueno contar con una parte de los gastos laborales vinculados a resultados para proteger e incrementar las utilidades, pero para un empresario o un administrador ahora vinculado al Capitalismo Social o Capitalismo Consciente éste es el ideal porque “si nos va bien, nos va bien a todos”.
La elasticidad de los costos laborales es fundamental. Recordemos que empresa, productividad y trabajadores forman parte de un engranaje que se debe aceitar para que responda al contexto del Capitalismo Social o Capitalismo Consciente.
Tal situación se refleja en la escasa y prácticamente nula flexibilidad entre los ingresos por el valor de la producción vendida y las remuneraciones. Utilizando la información KLEMS/INEGI a lo largo de 30 años y, el criterio de la elasticidad económica —un indicador que mide la sensibilidad o respuesta de una variable económica ante cambios en otra variable. Específicamente, se refiere a la relación entre el porcentaje de cambio en una variable y el porcentaje de cambio en otra variable— aplicado al cambio a tasa real entre el crecimiento del valor de la producción y el de las remuneraciones, encontramos que sólo en tres de 76 ramas económicas reaccionan a las remuneraciones al cambio en los ingresos de las empresas, como lo muestra la gráfica de distribución. En otras palabras, no existe el pago variable con base en resultados.
Un financiero, experto en cubrir riesgos para su empresa podría ver muy bueno contar con una parte de los gastos laborales vinculados a resultados para proteger e incrementar las utilidades, pero para un empresario o un administrador ahora vinculado al Capitalismo Social o Capitalismo Consciente éste es el ideal porque “si nos va bien, nos va bien a todos”.
Cambiar la forma de pensar y relacionar la paga a los resultados es importante porque otros elementos también se resuelven con ello, por ejemplo: la capacidad para atraer (54) y retener al talento (61). Estos dos temas los podemos lograr con un manejo de la administración profesional confiable (75) cuyo lugar no habla demasiado bien de la actual realidad.
Habría que proponerse tener un presupuesto con el cual evaluar el desempeño del negocio, sabiendo que, si se llega a las utilidades pactadas, una parte del excedente será para los colaboradores como un excedente de la PTU basado en el acuerdo entre trabajadores y empresa.
Así podrían evitarse negociaciones extremas como la que enfrentan el Nacional Monte de Piedad IAP y su sindicato, porque la casa de empeño ha prescindido de trabajadores y asegura que el costo de las prestaciones económicas contempladas por el contrato colectivo de trabajo es “insostenible”, pero reporta 1,980 millones de pesos de ganancias; mientras tanto, entre otras acciones, los sindicalizados exigen una revisión exhaustiva de los informes financieros entregados al SAT, particularmente por las “actividades adicionales”, incluidas fideicomisos y colocaciones a través de intermediarios financieros.
A la problemática mencionada se refieren los dos últimos elementos del pilar de eficiencia laboral: las prácticas de contratación (48) y el costo de los despidos (98) lo cual permite destacar los aspectos discriminatorios de la legislación laboral de la economía fiscal.
FACTORES RELACIONADOS
Sólo quien tiene un patrón con capacidad suficiente para pagar el alto costo de la seguridad social, le dará al trabajador acceso a un fondo de pensión, así como a la seguridad social y a los recursos para la adquisición de vivienda, que sólo lo obtiene el 45% de la Población Económicamente Activa (PEA), lo que es un acto de discriminación estructural.
Tampoco se cuenta con seguro de desempleo, por lo que los costos de despidos obligan a no incrementar las remuneraciones cuando hay buenos resultados, debido al incremento del pasivo laboral, que impide también pensar en otorgar estímulos a la innovación, ya que la empresa tiene que generar las reservas que le ordena el Boletín D3 del Instituto de Contadores y, en su defecto, acudir a la compra de un seguro con beneficios indirectos para tener reservado ese costo.
En consecuencia, el sistema de participación de la Seguridad Social requiere una reingeniería donde toda la PEA esté incluida gracias a la carga fiscal, si se quiere progresiva, y esté repartida entre toda persona que trabaja porque aporta según su capacidad, así se evitaría ser una economía que discrimina a quienes menos recursos tienen.
En estos escenarios, la elasticidad de los costos laborales es fundamental. Recordemos que empresa, productividad y trabajadores forman parte de un engranaje que se debe aceitar para que responda al contexto del Capitalismo Social o Capitalismo Consciente.