LA EDAD REQUIERE SER REVALUADA
La atención a este grupo poblacional viene de 1982 cuando se elaboró un informe conocido como Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento, el cual se refrendó en 1991. Las acciones continuaron en 2002 con un plan de acción que abogaba por un cambio de actitud, de políticas y de prácticas a todos los niveles para aprovechar el enorme potencial de las personas mayores en el siglo XXI.
Después se han sumado otros estudios como los de McKinsey Health Institute (MHI) con la idea de expandir la clasificación tradicional de las tres fases de la vida, infancia, edad adulta y vejez, para incluir el
envejecimiento saludable, ya que muchas personas vivirán de dos a tres décadas después de su edad de jubilación, por lo que podrían optar por estudiar a los 50 años o trabajar a los 80.
Pero este enfoque no se ha podido aprovechar por el
edadismo definido por la Organización Mundial de la Salud como la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.
Según el
Informe mundial sobre el edadismo , el edadismo se filtra en muchas instituciones y sectores de la sociedad, incluidos los que brindan atención sanitaria y social, así como en el lugar de trabajo, los medios de comunicación y el ordenamiento jurídico.
El
edadismo cuesta miles de millones de dólares a nuestra sociedad. En Estados Unidos un estudio de 2020 mostraba que en forma de estereotipos negativos y de la imagen desfavorable que tienen las personas de sí mismas por motivos de edad conducía a un exceso de costos anuales: 63 mil millones de dólares en relación con las ocho enfermedades que más gastos generaban. Por el contrario, en Australia se calcula que, si un 5% más de personas de más de 54 años tuviera trabajo, se generarían cada año 48 mil millones de dólares australianos en la economía del país.
De acuerdo con el informe referido, en la actualidad hay pocos datos e información sobre los costos económicos que supone el
edadismo , por lo que se necesita investigar más para comprender mejor sus consecuencias económicas, particularmente en los países de ingresos bajos y medianos.
Con la información anterior podríamos responder parte de las preguntas de quién se beneficia de la
economía plateada y cuáles son algunos de los retos a nivel mundial, porque en términos generales, de acuerdo con el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo
Envejecer en América Latina y el Caribe,
el gasto global en pensiones, servicios de salud —tanto públicos como privados, para todas las edades— y en servicios de atención a la dependencia de larga duración aumentará del 11.7% del PIB en 2020 al 18.9% en 2050.
De este último dato, cada país tiene sus peculiaridades. En México, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) estimó en 2021 que para este año el pago a las pensiones representaría 6.3% del PIB, siguiendo la tendencia: 6.5%, promedio, real anual de 2015 a 2022, presentado el mayor crecimiento de 2018 a 2019.
Estos datos son parte de la respuesta en cuanto al impacto en las finanzas públicas.
POR UNA ECONOMÍA PLATEADA INCLUYENTE
El envejecimiento trae consigo oportunidades de desarrollo económico con la generación de nuevos emprendimientos de productos y servicios para atender a un nuevo mercado en franco crecimiento, pero para lograrlo hay que vencer un problema: el
edadismo.
El consumo de la población de 50 años y más tiene un gran impacto sobre el PIB. Es importante considerar que en los próximos años esta población será posiblemente la de mayor riqueza, debido a la acumulación de activos durante su vida productiva (ingresos laborales, negocios/empresas, ahorros, inversiones y tenencia de otros activos tales cómo inmuebles) más el ingreso posterior al retiro: pensiones, planes privados y seguros. Pero hay que tener en cuenta que habrá una población que no tendrá estos beneficios.
Por lo tanto, no solo hay que ver a la
economía plateada desde la arista del consumo y el impacto económico del nuevo mercado; es importante abordarla desde la perspectiva de la contribución en experiencia, talento y creatividad profesional de la población de 60 años y más para que los protagonistas de la
economía plateada sean incluidos en el ámbito laboral y no un reto de las finanzas públicas.