Los orígenes de la disputa territorial entre Israel y Palestina sobre la Tierra Santa se remontan a la caída del Imperio Otomano y la división de Palestina bajo el mandato británico después de la Primera Guerra Mundial. Tras la declaración de Balfour (1917), que apoyaba el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina, la creciente inmigración judía y el Holocausto, la ONU propuso, en 1947, un plan de partición para crear un Estado árabe y un Estado judío separados, algo que fue aceptado por los hebreos, pero generó fuerte rechazo entre los árabes. El nacimiento de Israel, en 1948, y la resultante guerra árabe-israelí, llevaron al desplazamiento masivo de unos 750,000 palestinos y la creación de la Franja de Gaza, bajo administración egipcia, y Cisjordania, bajo administración jordana.
Desde entonces se han sucedido varias guerras entre Israel y sus vecinos árabes, reforzando la percepción en el país judío de que únicamente a través de la fuerza militar su país podrá sobrevivir en una región hostil. Tras su victoria en la Guerra de los Seis Días de 1967, Gaza y Cisjordania fueron administradas por Israel hasta los Acuerdos de Oslo en 1993, que establecieron la Autoridad Nacional Palestina. En 2005, Israel se retiró de la zona, desmantelando asentamientos y bases militares, aunque mantuvo control sobre su espacio aéreo, aguas territoriales y la mayoría de sus cruces fronterizos.
La conflictividad empeoró cuando en 2006 Hamas, un grupo islamista militante, ganó las elecciones legislativas palestinas y tomó control de la Franja de Gaza. Desde entonces, Hamas ha sido considerado una organización terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, debido a sus ataques contra civiles israelíes.
El conflicto ha tenido numerosos episodios violentos en años recientes, causando miles de muertes de ambos lados y una devastación considerable en la zona. Hoy por hoy, la Franja de Gaza, con sólo 41km de largo y 10km de ancho, es hogar de aproximadamente 2 millones de palestinos —más de la mitad de ellos menores de 20 años— y uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra. Las condiciones de vida en Gaza se han deteriorado dramáticamente, con altos niveles de pobreza, desempleo y falta de servicios básicos debido al bloqueo israelí y egipcio, así como la enorme destrucción causada por los conflictos.
El gobierno de Benjamín Netanyahu justifica sus acciones en Gaza como defensa contra los ataques terroristas de Hamas y el objetivo de liberar a los más de 100 rehenes cautivos por estos. Sin embargo, enfrenta fuertes críticas de la comunidad internacional por el uso desproporcionado de la fuerza y la emergencia humanitaria en Gaza.
Por otra parte, para Israel, la cuestión palestina, y la eliminación de Hamas, constituyen una amenaza existencial.
El conflicto ha tenido numerosos episodios violentos en años recientes, causando miles de muertes de ambos lados y una devastación considerable en la zona.
La situación es una enredada mezcla de complejos intereses nacionales, religiosos y geopolíticos que perpetúan el ciclo de violencia y sufrimiento.
¿Cuáles son las principales posturas internacionales ante el conflicto?
Estados Unidos es un firme aliado de Israel y apoya su derecho a la autodefensa, aunque ha instado a la moderación y ha expresado preocupación por las víctimas civiles. La relación con Estados Unidos proporciona a Israel apoyo militar y diplomático crucial.
En el mundo árabe y musulmán el recrudecimiento del conflicto israelí-palestino supone un reto importante para la estabilidad y los equilibrios de la región. Tradicionalmente, los países árabes han apoyado a los palestinos, aunque sus relaciones con Israel han variado. Recientemente, algunos Estados árabes, como Emiratos Árabes Unidos y Baréin, han normalizado relaciones con Israel bajo los Acuerdos de Abraham, en parte debido a preocupaciones compartidas sobre Irán. De igual manera, Arabia Saudita había buscado un acercamiento con el gobierno de Tel Aviv.
Sin embargo, esto ha generado críticas entre los palestinos y otros países musulmanes. Irán, por su parte, apoya a grupos militantes palestinos como Hamas y Hezbolá, proporcionando financiación, armas y entrenamiento. Esto es parte de su estrategia más amplia para expandir su influencia en la región y oponerse a Israel. Egipto juega un papel crucial como mediador y en el control del cruce fronterizo de Rafah. Aunque mantiene el bloqueo de Gaza, también ha facilitado treguas y negociaciones entre Israel y Hamas.
La Unión Europea y otros actores internacionales han intentado mediar en el conflicto palestino-israelí, abogando por una solución de dos estados y proporcionando ayuda humanitaria a Gaza. Dicho esto, la reactivación del conflicto ha acentuado las divisiones entre los países que abogan por un reconocimiento unilateral del Estado de Palestina y aquellos que se oponen.
La ONU y varias ONG, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, también están involucradas en aliviar la crisis humanitaria.
México ha mantenido una postura neutral, condenando, por un lado, los actos terroristas del 7 de octubre y denunciando, por otro, los ataques a civiles en territorio palestino.
En conclusión, el conflicto en Gaza es una manifestación de la lucha más amplia entre israelíes y palestinos por la tierra, la soberanía y los derechos. La situación es una enredada mezcla de complejos intereses nacionales, religiosos y geopolíticos que perpetúan el ciclo de violencia y sufrimiento. Resolver este enfrentamiento requiere abordar las causas profundas, incluyendo el estatus de Jerusalén, los derechos de los refugiados palestinos, la seguridad de Israel, los asentamientos israelíes en tierras palestinas y, ante todo, la autodeterminación palestina. La comunidad internacional juega un papel esencial en facilitar el diálogo y proporcionar el apoyo necesario para una paz sostenible.
* Profesora de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana.
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