Son ya 28 años de la adopción del actual sistema cambiario de libre flotación, tiempo que inclusive ya sobrepasó los 22 años y cuatro meses del tipo de cambio fijo, el famoso “12.50” abandonado en 1976 y que las generaciones actuales no conocen por la permanencia de la libre flotación cambiaria como sistema de cambios.
ALGO DE HISTORIA
Dicho sistema se adoptó como consecuencia del colapso del régimen de bandas que México utilizó como instrumento de estabilización durante el periodo 1988-1994. Se recordará que dicha regla establecía un piso de una banda que se mantuvo fijo durante todos esos años, mientras que el techo se depreciaba continuamente, abriendo con el tiempo la brecha entre piso-techo. Se permitía que el tipo de cambio de mercado fluctuara dentro de la banda, pero tan pronto la cotización se pegaba al techo como consecuencia de presiones de demanda de dólares, el Banco de México intervenía en el mercado vendiendo divisas para que el tipo de cambio se volviera a mantener dentro de la banda.
Lo opuesto sucedía cuando la cotización llegaba a tocar el piso de la banda. El banco central compraba dólares excedentes con lo que el tipo de cambio se depreciaba, corrigiendo su trayectoria dentro de la banda. Este sistema cambiario funciona mientras el banco central cuente con reservas internacionales “suficientes” para mantener la cotización dentro de la banda. Pero estos sistemas de tipo de cambio semi fijo llevan la semilla de su autodestrucción, pues propician que los especuladores apuesten contra las reservas del banco central, por lo tanto, es inevitable que llegue el momento de que ese sistema se derrumbe.
La crisis financiera severa que se detonó en México a fines de 1994 en el ámbito bancario, de deuda, inflación, desconfianza e incertidumbre llevó a varios errores de manejo cambiario. El 19 de diciembre de 1994 se pensó que sería posible ampliar la banda para enfrentar la presión sobre el peso. Al día siguiente se evidenció ese fracaso y, con prácticamente nulas reservas líquidas en el Banco de México, se tuvo que dejar flotar al tipo de cambio, produciéndose una depreciación de golpe de más de 100%.
Fue ciertamente una devaluación traumática que disparó la inflación anual en 1995 a 52% comparado con una cercana al 4% a fines de 1994. Ya en ocasiones de crisis económicas anteriores se había puesto a flotar al peso para que su valor lo fijaran libremente la oferta y la demanda. Pero el mercado sabía que ello era un arreglo transicional, y tan pronto se estabilizara la economía, las autoridades retornarían a un tipo de cambio fijo o semi fijo. Esperaban lo mismo en esa ocasión, no obstante, el gobierno de Ernesto Zedillo comenzó a mandar la señal de que habría que pensar en la flotación cambiaria como un arreglo más permanente.
El sector exportador, que tradicionalmente era un grupo de cabildeo importante para devaluar al tipo de cambio con el pretexto de que sus exportaciones fuesen “competitivas”, aprendió en los siguientes dos a tres años de que la flotación llegó para quedarse, y se percataron de que la competitividad la deberían de construir con factores inherentes a su actividad productiva, por ejemplo la capacitación de su mano de obra, los cambios tecnológicos, estrategias adecuadas de mercadotecnia internacional y un puntual seguimiento de las condiciones de competencia en su sector.
VENTAJAS DE LA FLOTACIÓN
El sistema cambiario mexicano es uno de los más cercanamente puros al caso de libre flotación de libro de texto. Es una de las monedas más libremente fluctuantes en el mundo. Uno de los principales argumentos que se manejaron en ese entonces para explicar las ventajas de ese arreglo cambiario es que era un complemento ideal a la autonomía del Banco de México. ¿Por qué? La independencia de la banca central establece por ley, como objetivo prioritario, el combate a la inflación para lograr la estabilidad de precios. Al ser ésa su única meta principal y mantener la libre flotación cambiaria, se exime al banco central de tener un segundo objetivo para defender un cierto nivel del tipo de cambio. Si ese fuese el caso, como en el pasado, la política monetaria quedaría subordinada al objetivo de mantener o guiar al tipo de cambio y no a combatir la inflación. Al dejar que el libre mercado determine la cotización del peso/dólar, la política monetaria puede concentrarse en su tarea de lograr la estabilidad de los precios. En sentido estricto, el nivel de las reservas internacionales deja de ser importante (no hace falta realizar intervenciones de compra/venta de divisas en el mercado).
TIPO DE CAMBIO FLOTA: EVOLUCIÓN DESDE 2004
Pesos / dólar
Hay otra ventaja que ofrece la libre flotación: ha probado ser el mejor arreglo para absorber choques externos sobre la balanza de pagos, ya que funciona como un mecanismo auto corrector cuando se perciba que la cuenta corriente no es financiable. Es decir, si en un momento dado se piensa que el déficit en la cuenta corriente es “insostenible”, la depreciación del peso corrige el déficit por si sola sin requerir intervenciones directas en el mercado de divisas por parte del Banco de México.
Ahora bien, el mecanismo de flotación sí prevé que el Banco de México pueda efectuar intervenciones en el mercado. Pero ello sólo debe hacerse muy esporádicamente para ordenar el mercado cambiario ante choques externos inesperados. Además, cuando interviene bajo esas circunstancias, lo hace de manera indirecta sin fijar el precio de compra o venta, sino que aplica reglas claras de mercado como subastas que excluyen cualquier discrecionalidad para guiar deliberadamente al tipo de cambio hacia un valor específico. Tal fue el caso cuando el Banco intervino entre septiembre y octubre de 2008 cuando la gran crisis financiera mundial.